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Israel trata de calmar a Mubarak, irritado por los ataques a Líbano

El primer ministro israelí, Ehud Barak, envió ayer urgentemente a dos emisarios a El Cairo para tratar de calmar al presidente egipcio, Hosni Mubarak, irritado por los bombardeos de los aviones israelíes contra objetivos civiles en Líbano efectuados hace poco menos de dos semanas. Una ira compartida por la mayor parte de los países árabes. La delegación israelí, presidida por el consejero de seguridad de Ehud Barak, el general Dani Yatom, y por un alto responsable del Ministerio de Exteriores, Alon Pikas, voló ayer por la mañana hacia El Cairo para entrevistarse con el jefe de la diplomacia egipcia, Amr Mussa, al que trataron de dar todo tipo de explicaciones y justificaciones con respecto a los bombardeos de Líbano durante tres horas.

La misión especial israelí es una respuesta inmediata al gesto político de Mubarak, quien, 24 horas antes, se había trasladado inesperadamente a Beirut para expresar su solidaridad con el pueblo libanés y apoyar asimismo la lucha del movimiento de resistencia -la guerrilla islamista Hezbolá- contra las fuerzas del Ejército israelí, que ocupan desde hace más de 15 años el sur de Líbano.

La ira del presidente Mubarak le llevó el domingo a comentar en voz alta, de regreso a El Cairo, a los periodistas que le acompañaban que "la violencia israelí contra Líbano es ilógica", para preguntarse a continuación: "¿Cómo se puede castigar a los civiles y dejarlos sin electricidad en un momento en que las temperaturas bajan a cero grados?"

Campaña de odio

La reacción indignada de Mubarak significa un giro importante de la política tradicional del Gobierno de Egipto, que, en contra de la opinión de su propia población, ha venido en estos últimos 20 años, desde que firmó el acuerdo de paz con Israel, tratando de hacer de intermediario entre el mundo árabe y la comunidad judía. Pero Mubarak no es el único enfadado por estos bombardeos; el rey Abdalá II, considerado por Tel Aviv como su mejor aliado árabe, ha decidido también sumarse a las protestas, suspendiendo unilateralmente su primer viaje oficial a Israel, que estaba previsto para esta semana.

Las masivas protestas de la comunidad árabe fueron examinadas ayer por Barak en la reunión ordinaria del Consejo de Ministros, en la que no dudó en calificarlas como "una campaña hostil" que "no ayudará en nada al proceso de paz", respaldando así las declaraciones de su ministro de Exteriores, David Levy, que calificó la actitud de los árabes como de "oleada de odio".

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La tempestad dialéctica entre israelíes y árabes hace más complicada aún la misión del enviado de la Casa Blanca, Dennis Ross, que hoy llega a Jerusalén con la intención de hacer avanzar un proceso de paz bloqueado desde hace cerca de un mes en todos sus frentes, especialmente en el palestino.

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