El portavoz popular admite que participa en empresas inmobiliarias porque se lo pidió un amigo
Como en la fábula del cazador cazado, el portavoz del PP en el Ayuntamiento de Elche, Fernando Vargas, acabó ayer acorralado cuando intentaba poner sobre las cuerdas al alcalde, el socialista Diego Macià.Su propuesta de constituir una comisión especial para investigar la gestión urbanística de Macià desde 1995, que adorna con acusaciones de continuado trato de favor, se topó frontalmente con un argumento repetido hasta la saciedad por los socialistas: Vargas no puede exigir transparencia cuando él no cumple con esa característica inherente a todo cargo público.
En la declaración de patrimonio e incompatibilidades, que los concejales están obligados a rellenar al acceder al cargo, Vargas omitió su vinculación a dos mercantiles con intereses en el sector inmobiliario.
Ayer, el portavoz popular intentó explicarlo, con escasa fortuna. Señaló Vargas que el olvido venía dado por su nula actividad en las empresas, a las que accedió "porque me lo pidió un buen amigo de Elche al que le hacía falta". El argumento no hizo más que agravar su situación. "A eso le llaman ser un testaferro", le explicó Ángeles Candela, portavoz de EU.
Entre la espada y la pared, Vargas decidió cambiar de estrategia, aunque con peor resultado. Su táctica de ataque consistió en acusar a Alejandro Soler, edil del PSPV, de compartir la misma irregularidad que a él se le imputa y reconoce, al pertenecer a dos empresas que el socialista tampoco ha reflejado en su declaración de bienes.
El mentado lo dejó hablar, asombrado, hasta que finalizado el pleno explicó que el Alejandro Soler al que se refería Vargas era un señor que vive en Huesca, donde se dedica a la instalación de cocinas, y cuya identidad coincide con la suya.
La sesgada declaración de bienes de Vargas centró la mayor parte del debate plenario, convocado para otras cuestiones no aclaradas.
Patinazos y limitaciones al margen, la sesión sirvió para constatar que Vargas no convence ni a los suyos. Gestos a sus espaldas y los acostumbrados comentarios que tanto molestan a los oradores se sucedieron en el pleno, cada vez que hablaba el portavoz del PP, tanto desde los bancos del gobierno como desde los que ocupa la oposición. Es decir, los suyos.
Al final, los populares, con la votación perdida, anunciaron que la investigación se llevará a cabo y llegará al fiscal anticorrupción. La dirigirán ellos, desde sus despachos, y dosificarán la información resultante para prolongarla, al menos, hasta el 12 de marzo.
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