Andaluz a la cubana
Benito Zambrano, nuestro joven y felizmente premiado director de cine, ha prodigado estos días una curiosa variante de andaluz injertado en la perla de las Antillas. Además de una excelente formación cinematográfica (años 1992 a 1995), se nos trajo de por allí unos cuantos rasgos de habla cubana que hace que en algunos momentos nos parezca estar escuchando a un Silvio Rodríguez o un Cabrera Infante.Dos de esos rasgos destacan: una entonación más movida que la andaluza, con finales muy ascendentes en la interrogación, y un seseo bastante peculiar. Ambos, curiosamente, no son sino bagajes de ida y vuelta, pues de Andalucía salieron en su día.
La entonación, muy probablemente de la costa gaditana, y en cuanto a la ese, de configuración predorsal, es sevillana de ascendencia, pero reforzada hasta alcanzar un timbre silbante y hasta vibrante en ocasiones. Todo muy musical, como se ve, y como no podía ser menos.
Dice Zamora Vicente, a propósito de las influencias andaluzas en el Caribe, que éstas se deben "al reiterado vaivén secular de las flotas, pensadas, organizadas y equipadas en Andalucía". Y también: "Todo empuja a creer que en las Antillas se formó una lengua de hondo carácter andaluz o andaluzado, que constituye la base del ulterior lenguaje desparramado sobre todo el Continente". La causa no puede ser otra que el predominio de mujeres andaluzas, más que atestiguado, en las primeras migraciones.
Nuestro joven director de cine se expresaba tal que así el pasado 2 de Febrero en Canal +: La competisión tal como se planteó de principio yo me paresía que era un poquito sacao de madre. Tamos hablando de (...) y me parese unah-tupidé, Almodóvar no nesesita(...) y lo hemoh dicho miyoneh de vese. Es uno de nuestroh grandeh diregtore.(...) Abriendo ehpacio internasionalmente. Se lo merece todo, loh catorse(...) ¿Dehpasio? (...) Dos capítulo.
Amén del barroquismo constructivo en los periodos oracionales, y la expresividad, de concepto y forma (un poquito sacao de madre), se aprecia la combinación del seseo con algunas zetas suaves; un poco anárquico, por auténtico, pero no inexplicable, pues los dos sonidos andaluces andan muy próximos, en origen histórico y en articulación actual.
Alguna contradicción con su propia norma, como la ese refinada en Dos capítulo, que denota una cierta preocupación por corregir sus tendencias naturales; voluntad que ya se inició cuando estudiaba interpretación en el Instituto del Teatro, a principios de los ochenta, a las órdenes de Juan Carlos Sánchez.
En resumen, un andaluz retrasplantado y de muy buen sabor, como ha ocurrido también con los cantes de doble flete, y con tantas cosas en la inmensa hermandad hispanoamericana, que es como hay que decir. Y nada de "latinoamericano", que es la trampa que nos pusieron italianos y franceses para apuntarse un mérito que no tienen. Vamos, que casi todo es nuestro.
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