Responsables o culpables

Con referencia al triste suceso ocurrido en el barrio de El Cabanyal (Valencia) el pasado domingo 6 de febrero, me gustaría que meditáramos todos una serie de razonamientos que podrían ayudar a que en un futuro no se repitiera nunca más.Las reflexiones que voy a exponer las realizo desde la gran pena que siente toda persona bien nacida ante un suceso que podría haberse evitado perfectamente, y además por mi conocimiento y amistad con una de las víctimas, Ignacio J. Moreno (a través del colegio de sus hijos, del que mi esposa es profesora).

Considero que el culpable no es el señor Ramón Tatay, que realmente fue un enfermo demente digno sólo de lástima.

A toro pasado la opinión pública trata de implicar a jueces, intervención de armas de la Guardia Civil, gabinetes médicos para certificado de renovación de armas (¿es que no sabe todo el mundo cómo se realizan estos reconocimientos?), pero pienso que teniendo alguna responsabilidad, ésta no llega al 10%.

Los realmente responsables son los familiares, amigos, médico de cabecera, vecinos próximos, etcétera, resumiendo, el entorno social del señor Tatay, que como puede comprobarse con una atenta observación de sus declaraciones en los medios de comunicación, conocían perfectamente el estado mental del enfermo, algunos incluso son conocedores de que tenía armas y el correspondiente permiso.

Familiares y vecinos conocían las amenazas de muerte a la infortunada vecina, sabían el episodio en que destrozó a tiros parte de su propia vivienda, y nadie hizo nada, todo el mundo callado; con una simple denuncia la Guardia Civil le hubiera retirado el arma y también la licencia.

Ya no se puede hacer nada ni por el agresor ni por sus víctimas además de lamentarse. Desde estas modestas líneas quiero rendir homenaje de cariño y admiración a un servidor público ejemplar y valiente que junto con sus otros compañeros perdió su vida de la forma más absurda, me refiero al inspector jefe de la brigada de intervención, Ignacio J. Moreno.

Como colofón pensemos en nuestros propios entornos sociales y reaccionemos antes de que se produzcan estas tragedias evitables con un mínimo sentido cívico y responsabilidad.- Miguel Elizalde Barquin. Valencia.