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Obras Públicas levantará una macroestación de metro acristalada en plena Casa de Campo

Antonio Jiménez Barca

El Gobierno regional está a punto de adjudicar la obra de una nueva macroestación de metro, llamada Puerta de Batán, que servirá de enlace entre las líneas 5 y 10 del metro y que se levantará en plena corazón de la Casa de Campo. El proyecto de la Consejería de Obras Públicas prevé una cúpula acristalada como hito de la multiestación que estará muy cerca de la actual parada de Batán. El grupo municipal socialista denunció ayer que el proyecto carece del estudio de impacto medioambiental que requeriría una obra de esa envergadura en el primer pulmón verde de Madrid.

La nueva estación de Puerta de Batán será un nudo estratégico de transportes en el trazado de la red subterránea de Madrid por el oeste. Dentro de tres años, con el metrosur en marcha uniendo las cinco principales ciudades del sur de la región, la estación Puerta de Batán servirá para unir esta línea con la 5 (Canillejas-Batán) y la 10 (Batán-Fuencarral).Para tanto trasiego de gente y de trenes no sirve la actual estación de Batán, un pequeño apeadero, y se necesita, a juicio de los responsables de la Comunidad, un intercambiador de transportes en toda regla.

El plan de la Consejería de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes consiste en erigirla en medio del trazado de la actual vía de la línea 10, muy cerca del actual apeadero, del Parque de Atracciones y del paseo de Extremadura.

El proyecto sobre el que trabaja Obras Públicas, y que ya ha salido a información pública, según el vicepresidente regional Luis Eduardo Cortes, es una gran cúpula acristalada, bajo la que se colocarán las escaleras mecánicas, los torniquetes y los andenes. Por delante de la entrada, una plataforma sobre las vías formará un paseo arbolado de unos 150 metros. "Con este proyecto la Casa de Campo ganará zonas verdes", asegura Cortés.

El vicepresidente regional afirma que sus técnicos estudiaron la posibilidad de hacer la estación en el subsuelo para reducir los posibles daños en la superficie, pero pronto descubrieron que "era imposible". Tampoco, a juicio de Cortés, ha sido posible dejar la estación al aire libre. "Hay muchas viviendas cerca de la futura estación y hemos preferido taparla con esa cúpula acristalada para evitar la contaminación acústica en la zona", señaló.

Periodo de adjudicación

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La obra se encuentra actualmente a la espera de adjudicación y costará cerca de 1.500 millones de pesetas, según el vicepresidente regional.

El proyecto arranca con la oposición del PSOE. Cristina Narbona, portavoz adjunta del PSOE-Progresistas en el Ayuntamiento de Madrid, criticó ayer los planes regionales y anunció que trasladará su denuncia a la próxima comisión municipal de Medio Ambiente. "No entendemos hasta qué punto es compatible la construcción de esta obra con la Declaración de Bien de Interés Cultural de la Casa de Campo por parte de la Consejería de Cultura", explicó Narbona. La concejal socialista también criticó el proyecto "por clandestino".

Cortés contestó: "Ha salido a información pública y apenas se han presentado alegaciones. Si no hay informe de impacto ambiental es porque la Consejería de Medio Ambiente entendió que no era necesario debido a los impactos mínimos del proyecto".

El PSOE rechaza esta versión y considera que la obra "tendrá unas consecuencias medioambientales muy negativas, graves y agresivas sobre la Casa de Campo, como pueden ser el destrozo de cientos de árboles y de la capa freática del suelo, así como las que se refieren a la contaminación acústica".

Narbona también criticó "el tancredismo" del gobierno popular del Ayuntamiento de Madrid. "Es inaceptable que el equipo de José María Álvarez del Manzano, que se supone que es el equipo encargado de conservar los valores ecológicos de la Casa de Campo, haya estado callado ante esta idea, lo que confirma nuestra opinión de que el que manda ahora sobre el pulmón de Madrid es el presidente de la Comunidad, Alberto Ruiz-Gallardón, y no el señor Álvarez del Manzano".

En un principio se pensó que la unión del metrosur con el resto de la red del metro de la capital se haría por medio de la línea 11 (Plaza Elíptica-Pan Bendito). Esta línea enlazaría con una estación del metrosur en Leganés. Pero la solución, a juicio de los responsables de la Comunidad de Madrid, era más incómoda para los usuarios, pues les obligaba, una vez llegados a la capital, a hacer varios trasbordos antes de alcanzar su destino.

Con la unión del metrosur por la línea 10 que se ha aprobado definitivamente "los viajeros de la zona sur de la región pueden meterse en el centro de Madrid sin bajarse del tren que han cogido en su municipio", según señaló Alberto Ruiz-Gallardón, presidente regional, en marzo de 1999. Al final deberán bajarse en Alcorcón para tomar otro tren que conecta ya con la línea 10, que les podría llevar hasta el centro de la capital.

El metrosur, con 43 kilómetros subterráneos, enlazará con la capital las localidades de Getafe, Leganés, Fuenlabrada, Móstoles y Alcorcón, donde vive casi un millón de personas.

Una vieja polémica

El metro por la Casa de Campo ha generado más de una discusión entre los gobernantes del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid. En 1993, la concejal de Medio Ambiente, Esperanza Aguirre, del PP, anunciaba que estaba dispuesta a encadenarse a unos árboles, los que había que talar, si la Consejería de Transportes, por entonces gobernada por el PSOE, seguía adelante con un proyecto que para ella era "antiecológico": alargar la línea 10 hasta el intercambiador de Príncipe Pío mediante un puente que atravesara el río Manzanares y la M-30. Aguirre prefería que se hiciera un túnel que salvara esos obstáculos y así evitar daños en la zona verde. Los responsables socialistas de la Consejería de Transportes replicaban que la solución del túnel era mucho más cara e insegura.

Los años pasaron entre acusaciones y descalificaciones de unos y de otros. En las navidades de 1994, Julián Revenga, consejero socialista de Transportes, felicitó a Esperanza Aguirre con una tarjeta envenenada en la que al dorso se veía la maqueta del puente que había previsto. Aguirre contratacó con otra tarjeta en la que aparecía su trazado subterráneo. Hubo reuniones entre el por entonces presidente de la Comunidad, el socialista Joaquín Leguina, y el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano. Pero nadie daba su brazo a torcer. Leguina anunció que construiría el puente a pesar de que el Ayuntamiento le negara la licencia municipal pertinente. Y el alcalde replicó que como se atreviera a construir el paso elevado le mandaría a los policías municipales. La proximidad de los comicios de 1995 dejó la discusión en tablas, a la espera de la elección de los votantes. Los madrileños eligieron al PP y el nuevo presidente de la Comunidad, Alberto Ruiz-Gallardón, se inclinó por la alternativa subterránea de Aguirre. Ahora han cambiado las tornas y es Ruiz-Gallardón el que recibe críticas del PSOE por tocar la Casa de Campo.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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