Zaplana vence a Lerma por 28 a 17
Cuando una persona está en la primera línea de gestión pública y de ahí pasa a un despacho universitario, con menos contacto con la realidad, puede tener una tentación: dedicar sus esfuerzos intelectuales a justificar su anterior gestión. Incluso se puede llegar a intentar negar la realidad fabricando una teoría que ponga ineludiblemente de manifiesto que la realidad no es lo percibido por los sentidos sino el resultado de su teoría.Eso es lo que al parecer le ha sucedido al ex-consejero de Economía y Hacienda, Aurelio Martínez, quien ha decidido hacer un escalafón de los presidentes que ha tenido la Generalitat Valenciana -Joan Lerma y Eduardo Zaplana-. Pretende hacerlo con sus criterios, con sus interpretaciones, habiendo obtenido previamente las conclusiones y escudándose en un título universitario para disimular que él es juez y parte en esta lid, en la que pretende hacer un trabajo electoral a los que le nombraron toda clase de cargos en Madrid y en Valencia. Todo esto parece que lo hace sin sonrojarse.
Lo contrario a un análisis académico riguroso es empezar por las conclusiones y buscar posteriormente argumentos que la sustenten. Esto es precisamente lo que está haciendo en sus análisis el ex-consejero. Es una pena que un buen profesor y un buen economista ponga en entredicho su prestigio por echar un capote a sus viejos amigos.
Cuando uno está en el mundo científico, puede permitirse decir que tal o cual índice no son buenos, pero decir que para juzgar mi gestión el mejor índice es el que yo mismo elaboro, es como acertar un pleno al quince el lunes.
El ex-consejero se dice a sí mismo: "Yo decido los indicadores a usar, su ponderación, su modo de interpretarlos, e incluso yo mismo valoraré su subjetividad, sus factores exógenos, etc..., seguro que así consigo llegar a mis conclusiones, y dar subjetivamente la puntuación del examen". Espero que no puntúe a sus actuales alumnos con esa misma subjetividad.
Pero cuando se quiere modificar la realidad se cae en contradicciones inaceptables. Por ejemplo, dice el ex-consejero socialista que no tiene sentido analizar el tipo de interés, la tasa de crecimiento de la renta, el desempleo o la inflación, cuando se trata de valorar la gestión de un presidente autonómico. Lo que está haciendo nuestro prestigioso catedrático es negar que antes de entrar en vigor el euro, la política de estabilidad de las cuentas públicas y el control del déficit tuvieron una influencia decisiva en la caída de los tipos de interés. Niega también que el acuerdo firmado por las comunidades autónomas para lograr un equilibrio presupuestario influyese en la caída de los tipos de interés. Y el colmo del atrevimiento en este punto es asegurar sin rubor que un país puede pasar por arte de magia de unos tipos de interés del 13% a otros ligeramente por encima del cuatro.
Ciertamente con eso se niega una parte de la realidad, porque sin la bajada de los tipos de interés las pymes no habrían tenido posibilidades de crecer y de crear empleo; las familias no habrían dispuesto de mayores posibilidades de aumentar el consumo de productos duraderos (coches, viviendas...) y los jóvenes no habrían tenido tanta facilidad de acceso a la vivienda.
Tampoco quiere el ex-consejero tener en cuenta el desempleo porque, según dice, los presidentes autonómicos no influyen en él. Y sin embargo, en un extraña maniobra de sabiduría científica, dice que sí se debe considerar la creación de empleo. ¿No será que quiere negar que en 1995, con datos del Inem, la tasa de desempleo valenciana era superior a la española y hoy es inferior?; ¿o es que pretende demostrar a las 200.000 personas que han encontrado trabajo que su contrato realmente no existe y que son víctimas de una acción propagandística?
En el segundo capítulo de su entrega, el ex-consejero, negando la realidad y en contra de la opinión generalizada de técnicos, empresarios y sindicatos nos sorprende con un gráfico peculiar, con el que quiere engañar a la opinión pública, y en el que parece que la economía valenciana ha decrecido. Mezcla las fuentes e interpreta los datos para dibujar un gráfico engañoso.
La realidad es contundente: en 1995 la Comunidad Valenciana, según datos del BBV, tenía una renta per cápita del 79,5% de la media europea y en 1998, todavía no hay datos definitivos del 99, ya había superado el 81,25% de esa media.
Veremos con qué nuevas interpretaciones subjetivas nos sorprende el ex-consejero, pero sería mucho más fácil que saliese de su despacho, pisase la calle y preguntase cuántos nuevos empleos se han creado con el Gobierno del presidente Zaplana, cuántos afiliados ha ganado la Seguridad Social en los últimos cuatro años, qué nivel de crecimiento se ha producido en la demanda interna tanto desde el punto de vista de la inversión como del consumo, cómo ha crecido la renta media de la Comunidad Valenciana, o cómo se ha comportado nuestra tasa de cobertura o la evolución de los precios.
Hoy los valencianos vivimos mejor que hace cuatro años, y diga lo que diga el ex-consejero, esto se debe a la buena política del Gobierno de Eduardo Zaplana y al peso que ha tenido en Madrid y que ha permitido que se realice una política económica de bajos tipos de interés, rebaja de impuestos, descenso de los precios y aumento de la competitividad.
Cita el ex-consejero el índice de Arthur Okun, también llamado índice de malestar, para luego desestimarlo y aplicar uno, que él mismo se ha inventado, para poder sostener sus conclusiones. Con el índice de Okun en la mano, que algo más de objetividad tiene que el suyo ya que Okun nunca fue consejero ni con el PSOE ni con el PP, Zaplana vence a Lerma 28 a 17.
Un consejo para el ex-consejero: no pierda usted el prestigio queriendo jugar una partida en la que usted pone las reglas. Eso no es de recibo.
Vicente Martínez-Pujalte es diputado del PP y ex profesor de la Universidad de Valencia.
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