Trabajadores de Renfe
¿Quién puede dudar a estas alturas de que los trabajadores de Renfe no tengan motivos para protestar por las malas condiciones laborales a que están sometidos? Nosotros que viajamos diáriamente en tren lo palpamos claramente. No hay más que verles la cara a muchos. Lo están pregonando con ese silencio claro.Y sin embargo, estas jornadas intensivas de huelga prescritas desde las centrales sindicales para todo el Estado, uniformes sin más distingos, pobre y torpemente homogéneas como si el territorio fuera un tablero cuadriculado de damas, son a mi parecer, erradas en buena medida. No hay más que echar las cuentas.
A lo mejor en los grandes centros metropolitanos estas huelgas, recurrentes como las fiebres amarillas, hacen su fuerza respecto de los Servicios de Cercanías que tanta afluencia de gente reciben. Allí, todo se reducirá a unos pocos días de trastorno del transporte, sin pérdida ulterior ni de público, ni de servicios, que sin embargo han de hacer mella en las arcas de la empresa, y con ello en su actitud negociadora. En cambio, aquí, en nuestras tierras, donde el desmantelamiento del buen transporte público ferroviario (increíblemente cómodo, rápido, seguro, limpio, respetuoso: en una palabra, inteligente) se viene llevando acabo desde hace muchos años para alimentar el ideal de la gasolina y las carreteras, aquí, esas huelgas y suspensiones del servicio público del tren son sólo la puntilla y el remate de una situación de descalabro y olvido, que sólo logran dos cosas: reducir los miserables índices de rentabilidad y viajeros que maneja la empresa para justificar la supresión progresiva de los servicios, y colmar la paciencia del sufrido viajero, expulsado cada vez más, hacia modos inferiores y más peligrosos de transporte.
Ya es hora de que los sindicatos piensen con más clarividencia, con mucha más rica imaginación y con más entendimiento por dónde dar salida a sus quejas y reclamaciones. Es hora de que entiendan lo que quiere decir "ferrocarril" y "público", y de que descubran el interés común, de la gente y de los propios trabajadores de este medio, en el transporte público y en el tren. ¿Por qué no nos invitan en una dulce y festiva protesta a un ¡Viajen gratis con nosotros, Señores viajeros! o ¡Vía libre al público a su tren!?- .
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