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Más de la mitad de los marroquíes de El Ejido viven hacinados en infraviviendas, según un estudio

Miguel González

"Hoy nos preocupa especialmente la tensión bastante generalizada que están viviendo las relaciones entre los inmigrantes y la sociedad almeriense. Vemos con preocupación que se proyecta sobre este colectivo la responsabilidad de buena parte de los hechos antisociales que se producen y se percibe como enemigos, como un peligro para el resto de la sociedad". Hace casi dos años, en marzo de 1998, la Mesa para la Integración Social de los Inmigrantes en Almería dio la voz de alarma ante el riesgo que representaba la creciente "marginalidad" del colectivo inmigrante.

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La revolución del plástico, los cultivos intensivos de invernadero, especialmente en el poniente almeriense, ha transformado la provincia andaluza, tradicional tierra de emigración, en destino preferente de los inmigrantes. En marzo de 1998, una década después de que se iniciara, la asociación Almería Acoge y los sindicatos CC OO y UGT -miembros de la Mesa para la Integración Social de los Inmigrantes en Almería- realizaron un primer estudio de este fenómeno, el más profundo realizado hasta ahora.El informe constataba la "evolución francamente positiva" que se había producido en la regularización de los inmigrantes, pasando de un 90% en situación irregular en 1987 a entre un 25% y un 30% once años después.

Sin embargo, advertía de que, "en otros aspectos, como la tipología y calidad de la vivienda, el proceso ha sido el inverso, de tal manera que estamos inmersos en una evolución progresiva hacia una cada vez más preocupante situación de marginalidad".

El informe cifraba en 20.000 los extranjeros residentes en la provincia, de los que 14.000 (el 72%) eran inmigrantes económicos, procedentes del Tercer Mundo; el 64%, marroquíes. El 92% trabajaba en la agricultura, el sector de mayor precariedad.

El documento prestaba especial atención a El Ejido, el municipio con más inmigrantes de la provincia; 5.540, más del 30% del total. Al contrario que en otras localidades, su inmigración era casi exclusivamente marroquí y la de peón agrícola su única ocupación laboral. Además, subrayaba el hecho de que sólo el 25% de los inmigrantes de El Ejido residieran en su casco urbano, mientras la gran mayoría vivía diseminada en el campo. "No es un dato neutral, sino que expresa una verdadera falta objetiva de relación entre los inmigrantes y la sociedad de acogida", agregaba.

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Hombres solos

Un apartado del informe estudiaba las condiciones de habitabilidad de las casas ocupadas por extranjeros en este municipio y otros dos (Vícar y Berja), para lo que se analizaron 260 viviendas.

Las conclusiones no pudieron ser más demoledoras: sólo un 33% vivía en casas urbanas o pisos similares a los de la población española; y otro 10%, en casas o cortijos en condiciones buenas o aceptables, aunque aisladas. Por contra, el 57% residía en verdaderas "infraviviendas", almacenes o casas semiderruidas.

Un análisis pormenorizado avaló esta apreciación: el 42% de las viviendas estudiadas no tenía tabiques de separación entre habitaciones, lo que no sólo impide un mínimo de intimidad sino que "confirma que se trata de almacenes agrícolas u otro tipo de estructuras no pensadas ni adaptadas para ser habitadas".

Prueba de ello, es que el 55% carecía de agua corriente, el 57% de baño, el 56% de cocina y el 31% de luz electrica. La media de habitantes por vivienda era de 4,38, aunque sólo el 58% tenía más de una habitación. El 35% estaban ocupadas por familias y el 65% por grupos de varones.

El "hacinamiento" de los inmigrantes en viviendas carentes de las mínimas condiciones de salubridad estaba creando, según el informe, un "verdadero guetto diseminado" que consolida la marginalidad de este colectivo y refuerza los prejuicios de buena parte de la sociedad almiriense.

Además, agregaba el estudio, la falta de una vivienda digna es un obstáculo para el reagrupamiento familiar, que no sólo es un derecho básico, sino la primera condición para la integración social, pues "un colectivo de hombres solos es por definición un colectivo desintegrado".

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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