Jacques Prévert JOAN DE SAGARRA
¿Se acuerdan de aquel bretón que regresa a su país, après avoir fait plusieurs mauvais coups? ¿Aquel bretón que no reconoce a nadie y a quien nadie reconoce? ¿Aquel bretón que entra en una crêperie para engullir unas crêpes, pero al que algo le impide engullirlas, y paga, y sale de la crêperie, e intenta fumarse un pitillo, pero no puede fumárselo, porque hay algo en su cabeza, algo, quelque chose dans sa tête, quelque chose de mauvais, que se lo impide, y le hace sentirse cada vez más triste, hasta que, de repente, se acuerda de alguien que, siendo él un crío, se ensañaba con él, repitiéndole un día sí y el otro también: "Tu finiras sur l'échafaud?" ¿Se acuerdan de aquel bretón que regresa a su país y que, de repente, se acuerda del tío Grésillard -la vache!-, que se ensañaba con él de crío diciéndole que acabaría en el patíbulo, y en esas se dirige hacia la casa del tío Grésillard, y el tío no le reconoce, pero él sí y le dice: "Bonjour, oncle Grésillard", y, acto seguido, "il lui tord le cou./ Et puis il finit sur l'échafaud à Quimper / Après avoir mangé deux douzaines de crêpes / Et fumé une cigarette?". En otras palabras, ¿se acuerdan de Jacques Prévert, del autor de Paroles (Gallimard, 1946)?El 4 de febrero, anteayer, se cumplieron 100 años del nacimiento de Jacques Prévert en Neuilly-sur-Seine, el Pedralbes, el barrio chic de París, donde 28 años después nacería Bernard Frank y 10 más tarde, un servidor. Neuilly-sur-Seine, nuestro barrio; Prévert y Frank, mis vecinos. El 4 de febrero celebramos en casa el centenario de Prévert con un suquet d'escórpora, regado con un joven vino de las orillas del Ródano y una ensalada siciliana con naranjas de Alicante: "Una naranja en la mesa / Tu ropa en la alfombra / Y tú en mi cama / Dulce presente del presente / Frescor de la noche / Calor de mi vida" (como traduce M. Rodríguez Rivero, en Babelia, ayer mismo en estas páginas, el poema de Prévert Alicante, incluido en Paroles).
Jacques Prévert forma parte del paisaje de mi infancia, de mi adolescencia y de mi juventud. Le solía ver en 1947-1948, en el Café de Flore, en Saint-Germain -lo conté en Tele/eXpres cuando murió Kosma, hace 30 años-; escuché sus canciones -Les enfants qui s'aiment, Je suis comme je suis...- en discos comprados, pocos años después, en la tienda que Raoul Vidal tenía en el mismo bulevar, esquina a la Rue de Rennes-. Al comienzo de los sesenta, en los guateques que montaban mis compañeros pijos de la Sorbona, recitaba Barbara, impostando la voz, a lo Montand -"Rapelle-toi Barbara/ Il pleuvait sans cesse sur Brest ce jour-là / Et tu marchais souriante..."-, para hacerme perdonar mi españolidad y al tiempo intentar morder una pomme.
"Jacques a été notre vocabulaire", me decía hace unos meses Juliette Gréco, mientras almorzábamos en Chez Lipp. Para una, dos, tres generaciones. De franceses y de catalanes. Paroles, aquí, en la edición del Libre de Poche, el número 239 de la colección, con la portada de Brassaï, fue un libro de culto, antes de Gil de Biedma, de Ferrater o de Espriu. Incluso es posible que a alguna mocita de la burguesía catalana la hubiesen puesto de patitas en la calle del colegio de Jesús María o del Sagrado Corazón -o del mismísimo Lycée francés- por haberla pillado leyendo Paroles, como le ocurrió a Françoise Sagan en una escuela de monjas de la parisiense Rue de Ponthieu.
Me sorprende que ni el Institut Français, ni la Filmoteca catalana, de la Generalitat, se hayan acordado de Prévert en su centenario. El Institut Français debería saber que el poeta de Paroles y de Les feuilles mortes (que curiosamente no figura en Paroles) fue, en los cincuenta y principio de los sesenta, uno de los grandes poetas de la juventud catalana, barcelonesa, que frecuentaba el Lycée y el Institut. Y la Filmoteca, y también el Institut, deberían saber que Prévert, el guionista de L'affaire est dans le sac (Pierre Prévert, su hermano), Le crime de M. Lange (Jean Renoir), de Drôle de drame, Quai des brumes, Le jour se lève, Les visiteurs du soir, Les enfants du paradis (Marcel Carné), fue considerado por Truffaut "le seul gran scénariste français" de su época. Y el Institut del Teatre, así como el Institut Français, debería saber que Jacques Prévert fue uno de los fundadores del Groupe Octobre, un grupo teatral, de batalla, reseñado en todas las enciclopedias teatrales más o menos civilizadas.
Jacques Prévert fue un poeta muy popular. Vendió más de 100.000 ejemplares de Paroles, lo cual sentó muy mal a ciertos poetas franceses, y catalanes, como en el entourage de Carles Riba, que reivindicaba al minoritario y precioso Benjamin Péret. Prévert fue un poeta oral, de la calle. Un día se encontró un mendigo que pedía limosna en la calle. El hombre era ciego. "Aveugle sans pension", había escrito en su cartulina. "Ça marche?", le preguntó Prévert. "Oh non! Ces salauds, ils passent, mais mon chapeau reste vide". Entonces, Prévert le pidió permiso para escribir en la cara opuesta de la cartulina y escribió: "Le printemps va venir, je ne le verrai pas". Y unos días después, el mendigo le confesaba al poeta: "Formidable. Je me fais trois chapeaux par jour". ¿ONG Jacques Prévert? Volveremos sobre Jacques, mi poeta, mi vecino.
P. S. Jacques Prévert compartió domicilio con Boris Vian en la Cité Véron, junto al Moulin Rouge, y ayer, la viuda de Boris, Ursula Kubler, me mandaba unas cariñosas líneas con un texto de Boris: "En l'an 2000 j'aurai quatre-vingt ans just. Je serai bien vieux. En général, je travaille le dimanche. J'espère que je ne travaillerai plus". Qué suerte, Boris.
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