Dos testigos contradicen la versión del policía López Carrillo, que acusa a Galindo y Elgorriaga
El coronel retirado Paulino García y la eurodiputada socialista Bárbara Duhrkop contradijeron ayer, en el juicio por el caso Lasa-Zabala, la versión del principal testigo de la acusación, el policía Ángel López Carrillo, que implica a Enrique Rodríguez Galindo, entonces comandante, y a Julen Elgorriaga, que era el gobernador de Guipúzcoa, en el interrogatorio de los dos etarras. García, que fue jefe de López Carrillo, y Duhrkop, que tuvo una relación sentimental con él, aseguraron que era un agente más y que Elgorriaga no tenía familiaridad con él como para llevarle en su coche.
Las manifestaciones de Paulino García y Bárbara Duhrkop no invalidan, obviamente, el testimonio de Ángel López Carrillo quien afirmó que oyó a Enrique Rodríguez Galindo informar a Julen Elgorriaga de que habían caído "dos peces" en Francia, en referencia a los etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, puesto que ellos no estaban presentes, pero arrojan sombras sobre su credibilidad. Tampoco desmienten las afirmaciones de Carrillo de que Elgorriaga le contó que había ido con Galindo a interrogarlos y que ellos creyeron que eran del Mosad, el servicio secreto israelí, pero siembran dudas sobre ellas.Duhrkop dijo que López Carrillo era un hombre de gran imaginación, de los que "mueven la realidad para que encaje en lo que ellos quieren que sea", y precisó que era "un fanfarrón", que le gustaba darse importancia y que ha podido actuar movido por el resentimiento y la venganza al verse infravalorado en su trabajo.
La eurodiputada añadió que mantuvo una relación sentimental con Carrillo entre 1985 y 1992 y que éste tiene animadversión por Elgorriaga debido a que ella rompió su vínculo con él por consejo del ex goberador. También admitió que está muy enfadada con él por haber facilitado a un periódico fotos hechas en su casa, que, dijo, no demuestran amistad entre Carrillo y las personas con las que aparece, sino que le gustaba figurar. Asimismo, puntualizó que nunca vio que Elgorriaga le tutease.
Duhrkop también dijo que el palacio de La Cumbre, en San Sebastián, eran unas ruinas en 1983, lo que no parece probable si se tiene en cuenta que el rey Juan Carlos estuvo alojado allí en 1981 y que había objetos de gran valor, según García, que tenía el edificio a su cargo cuando era comandante de la Policía en Guipúzcoa.
García, que estuvo imputado en este sumario, rebatió otros aspectos de la declaración de Carrillo. Así, aseguró no haberle encargado nunca que marcase tres habitaciones en La Cumbre para llevar allí a la cúpula de ETA porque apresar a etarras era más un deseo que un intento real.
Confusión
El testimonio de García fue confuso en lo referente a la importancia de Carrillo. Por un lado, dijo que era de su confianza y elogió su capacidad de trabajo y dedicación. Pero, por otro, aseguró que era un policía más, que era de los que les gusta pegarse a los jefes y que no pudo ser cabo a pesar de los apoyos. Sin embargo, Carrillo fue ascendido a oficial por méritos y le fue concedida la Cruz al Mérito Policial con distintivo rojo a propuesta precisamente de García.
Éste dijo también que Carrillo no mandaba el grupo de contrapropaganda, lo que contradice sus afirmaciones, pero también las del asesor ejecutivo del ministro del Interior, Rafael de Francisco, y las de otro policía que declaró ayer, Modesto Varela, que dijo que Carrillo mandaba un grupo denominado Intocables, que se dedicaba a arrancar pasquines, pegar carteles y arrojar globos de pintura a alguna sede de HB y que gozaba de la confianza de los jefes.
Varela agregó que los agentes que hacían servicio de uniforme en la calle tenían manía a los Intocables porque les consideraban privilegiados y recibían un trato "a la vista distinto" del resto de sus compañeros por parte de los mandos. Eso sí, admitió que participó dos veces en sus acciones porque, si te invitaban a hacerlo, "o estabas con ellos o contra ellos" y él no quería tener problemas.
También declararon dos policías municipales de Placencia de las Armas, donde supuestamente pararon Elgorriaga y Galindo para llamar a Intxaurrondo la noche del secuestro de Lasa y Zabala. Ninguno recordó que Galindo entrase a telefonear, aunque no descartaron que pudiera haberlo hecho.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.