Brígida de la leche
Las locas mariquitas empiezan a hibernar, amontonadas unas sobre otras, cuando el oso, en la oscuridad de la caverna, lentamente, se despereza con pesadez para despertar de su larga modorra invernal. Hoy es sant Ursus, san Oso, un fabuloso personaje, venido del frío, a calentar la fe de la helada Aosta del VI, cuando los humanos, llevados de un subconsciente evolucionismo avant-la-lettre darwiniana, creían que descendían, si no del mono, al menos de aquel gigante caído; ciertos altos linajes altivos se enorgullecían de su descendencia directa; de su raíz derivan Ursinos, Ureña, Urios, Ors... y algo tienen que ver los Garcés y Garsia. A parte de encarnar el poder fecundante, simboliza una divinidad sanadora.También santa Brígida de no se sabe qué siglo, patrona de Irlanda, con fans en Escocia y devotos en todo el norte de Europa -entre nosotros, abogada de las viejas (habría pedido a Dios que la afease para evitar acosos), como la alcahueta servidora de la doña Inés de Zorrilla-, curaba enfermos, devolvía la voz a los mudos, descubría la luz de la verdad, multiplicaba la cerveza -un solo barril emborrachó a medio país-, del sagrado pan hacía fálicas serpientes (a santa Viridiana de Castelfiorentino, no de Buñuel, que hoy celebramos, en el siglo XIII la mortificaban de cara a la gloria dos de estos largos reptiles en su estrecha celdita de emparedamiento), transformaba la fértil agua en fecunda leche -qui cria té alegríat-, su belleza levantaba pasiones y líbidos germánicas y fue madre de una comunidad, que, al dividirse, sembró celtilandia de casas de vírgenes, que regía desde su celda construida bajo un sagrado roble druídico. En fin, que se trata de la cristianización, apenas disimulada, de la diosa céltica Brigit, de bright, resplandeciente, como el fuego y el saber que protegía, madre prolífica y nutricia de un pueblo -l'infant troba en el pit el que la mare duu en l'esperit-, impulsaba el crecimiento de ganados y cosechas -ahora es el momento de partos y germinaciones- y de la abundancia de leche, líquido de vida: qui no plora, no mama.
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