"Muchas veces se viste el comercio exterior de ayuda al desarrollo"
A Juan Manuel Micheo le fascinó el campo desde pequeño, pero jamás imaginó que acabaría fundando la delegación andaluza de Veterinarios sin Fronteras y, menos, que terminaría de delegado de la organización en El Caribe. Dice que por nada del mundo cambiaría su trabajo con los campesinos haitianos, dominicanos o cubanos. Ellos le han enseñado a ver la vida desde otra perspectiva.P. ¿Con tantos problemas como hay en el Tercer Mundo, por qué preocuparse de los animales?
R. Se identifica al veterinario con un médico de animales, ese es el error. Nuestro trabajo gira en torno a los animales, pero como herramienta de desarrollo humano. No trabajamos ni con los grandes ganaderos ni con los perros de los ciudadanos, sino en proyectos de desarrollo agropecuario que contribuyen a mejorar la alimentación y el nivel de vida de los campesinos. Cuando hay excedentes procuramos crear canales de comercialización y, siempre, trabajamos con asociaciones de la zona, lo que a su vez sirve para reforzar el desarrollo comunitario.
P. ¿Hay una concepción diferente del animal?
R. El animal es como una hucha, no como aquí, que se engorda para venderlo cuanto antes. Allí no tiene una productividad inmediata, se cría para venderlo ante una dificultad económica. Por una enfermedad, cuando tienen que rehacer sus casas por un huracán...
P. ¿Le gustaría tener aquí una clínica?
R. Nunca, mi vocación es la producción animal con un componente humano muy importante.
P. ¿Qué aporta su organización a esas comunidades?
R. Algo de apoyo económico, capacitación y fortalecimiento de las organizaciones de base. Nuestro trabajo pretende potenciar la cooperación sur-sur. O sea, el intercambio entre ellos mismos. Pero si pusiéramos nuestra relación en una balanza, su aporte es superior porque nos ayudan a entender la vida de una forma diferente, a concebir la ganadería desde un punto de vista no comercial, sino humano.
P. ¿Hay paternalismo en la cooperación?
R. Sí, luchamos contra eso, intentamos hacer una cooperación no paternalista, pero no siempre lo consigues. Siempre tienes que estar planteándote dónde está el límite. Siempre estás cuestionándote cosas. Por ejemplo, ¿debo aceptar donaciones de una multinacional que está destrozando la selva y cargándose a poblaciones indígenas? De todos modos, el 70% de nuestros proyectos depende de la financiación pública, de la convocatoria del 0,7%. Aunque esto también tiene su pega porque, cuando accedes a estos fondos, de alguna forma juegas a la política del Gobierno. En un porcentaje altísimo se usan esos recursos más para potenciar las relaciones comerciales que como ayuda al desarrollo. De alguna manera se viste el comercio exterior de ayuda al desarrollo.
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