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La tragedia de 100.000 españoles tras la frontera

Rostros demacrados, hacinamiento, colas, miseria, tristeza, violencia... Las imágenes de la exposición Argelers no olvida la retirada y los campos de refugiados de 1939, que permanecerá en el Arxiu Nacional de Catalunya, en Sant Cugat del Vallès, hasta el 10 de febrero, denuncian con toda su fuerza unos hechos que últimamente también ha denunciado Carles Fontseré en su libro Un exiliat de tercera (Editorial Proa). La exposición no cuenta con grandes medios, pero a través de recortes de prensa y fotografías consigue su objetivo de que quien la visite tome conciencia de la tragedia que supuso el exilio de 1939, cuando más de 100.000 españoles se vieron obligados a cruzar la frontera.Víctor Alba habló en la inauguración de la exposición, hace unos días, de la tragedia del exilio tras la guerra civil y del desengaño que supuso para quienes se apuntaron a luchar contra el nazismo ver que, al final, los aliados no intervenían contra Franco. Francisco Martínez, alias Quico, repasó, por su parte, la resistencia en el interior, las heroicidades de unos resistentes calificados por el franquismo de "bandidos".

La exposición surgió el pasado mes de agosto, con motivo del 60º aniversario del final de la guerra civil española. La organizó el Ayuntamiento de la localidad francesa de Argelès-sur-Mer con el objetivo didáctico de recordar a los exiliados republicanos y crear un centro de documentación sobre refugiados. Se inicia con imágenes de bombardeos en la España republicana y con la denuncia de los aliados de Franco: Hitler y Mussolini.

Las bombas sobre Barcelona contrastan con la tranquilidad del veraneo en las playas de Argelès. Las fotografías del cruce de la frontera, aunque se hayan visto muchas veces, resultan siempre desgarradoras: las largas colas, el sufrimiento reflejado en los rostros ateridos de frío, los niños, la lluvia, la miseria... Un recorte del diario Le Travailleur Catalan llama la atención: "Assez d'ignominies contre les heroïques soldats d'Espagne".

Más allá de la frontera, como ha denunciado Carles Fontseré, esperaba a los exiliados la miseria de los campos de refugiados, unos campos que empezaron como tiendas montadas de cualquier manera en la playa, sin ningún tipo de condiciones higiénicas y con un hacinamiento absoluto, y prosiguieron con unos barracones que se perpetuaron como imagen de un desencanto.

Las fotografías aéreas del campo y de los exiliados lavándose en la playa dan idea de lo que debieron de sufrir los republicanos forzados al exilio.

La exposición no esconde un espíritu de denuncia, una crítica a la actitud del Gobierno francés de la época, y ha contado con la colaboración de la Asociación Catalana de Estudios Republicanos, la Asociación para la Creación del Archivo de la Guerra Civil, las Brigadas Internacionales, los Niños de la Guerra, la Resistencia y el Exilio Español (AGE).

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