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LA DIMISIÓN DE SETIÉN

El mediador entre el Gobierno y ETA sustituye a Setién como obispo de San Sebastián

José María Setién, de 71 años, tira la toalla y se va del obispado de San Sebastián, cuatro años antes de su jubilación, para "asegurar el mayor bien" al pueblo guipuzcoano y, en segundo término, por el "real deterioro" de su salud, según una nota personal del obispo que ayer leyó uno de sus colaboradores. Setién llevaba 27 tormentosos años ejerciendo en esa diócesis, dos décadas como prelado titular, y entre 1972 y 1979, como auxiliar. Le sustituye el obispo de Zamora, Juan María Uriarte Goiricelaya, de 66 años, un campechano teólogo y psicólogo que habla castellano y euskera, pero también francés, italiano y alemán, y que en los últimos meses ha sido el mediador entre el Gobierno y ETA durante la tregua que mantuvo la organización terrorista desde septiembre de 1998 hasta noviembre del año pasado. Entre 1976 y 1991 Uriarte fue obispo auxiliar de Bilbao."Disminuida su capacidad"

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La nota personal de Setién justificando su renuncia y los motivos que la provocan fue precedida, ayer por la mañana, por un temprano comunicado del Vaticano, en el que se anunciaba que Juan Pablo II había aceptado esa renuncia por motivos de salud. También la Conferencia Episcopal Española (CEE), que preside el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco, terció para subrayar que el relevo de Setién se ha producido por los "motivos de enfermedad u otra causa grave" que recoge el párrafo 2 del canon 401 del Código de Derecho Canónico.

Aunque desde hace tiempo el obispo de San Sebastián padece de problemas de corazón y columna, ayer se puso el acento, sobre todo, en lo que señala ese segundo párrafo de la normativa que obliga a los obispos a jubilarse cuando hayan cumplido 75 años. "Se ruega encarecidamente al obispo diocesano que presente la renuncia de su oficio si, por enfermedad u otra causa grave, quedase disminuida su capacidad para desempeñarlo", dice.

Pero no fue únicamente la CEE quien provocó las suspicacias sobre las causas reales de la renuncia de Setién. El propio prelado guipuzcoano, en la "nota del obispo de San Sebastián", firmada de su puño y letra, pero leída por el responsable de comunicación del episcopado donostiarra, Jon Etxabe, da motivos más que sobrados para suponer que esa renuncia tiene otra causa principal.

En cinco líneas, las primeras, Setién deja claro que "el cambio" de obispos ha sido motivado por una decisión suya ("una decisión mía, estrictamente personal, comunicada al Santo Padre oficialmente y por escrito el pasado día 9 de diciembre", escribe). Y después, el meollo de la justificación: "A lo largo de estos 27 años pasados, he tratado de entregar plenamente mi vida al servicio de esta diócesis de San Sebastián, con la mirada puesta, única y exclusivamente, en el bien de la comunidad cristiana y, a la vez, del pueblo guipuzcoano. No ha sido otra la razón de presentar ahora mi renuncia. Ella ha estado motivada por la misma única voluntad de asegurar el mayor bien para nuestra diócesis, desde una más amplia perspectiva de futuro, que tiene también en cuenta el real deterioro de mi salud personal", dice la nota de Setién. El adverbio parece claramente situar en lugar preeminente la primera razón de la renuncia, "el mayor bien" para la diócesis, sobre la del "real deterioro" de la salud.

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El precio de la paz

Prelado en una diócesis en la que el nacionalismo radical vasco es mayoritario y la violencia de ETA muy frecuente, Setién ha suscitado grandes polémicas con sus pastorales, homilías o declaraciones, la última de las cuales se produjo el día 4 de enero en la televisión pública vasca, ETB. "Yo no he oído decir sensatamente a nadie que la paz tiene que ser a cualquier precio, porque, si no tuviera precio, la paz no sería difícil conseguirla. Lo que hay que hacer es ver cuál es el precio que hay que pagar por la paz (...)", explicó ese día.

Declaraciones de ese tipo, que ocasionaban siempre durísimas controversias en toda España y, sobre todo últimamente, un indisimulado malestar en la jerarquía católica, fueron aislando a Setién en la Conferencia Episcopal y ante el Vaticano, instancias ambas en las que, sin embargo, gozaba de gran prestigio intelectual. También los obispos españoles le tenían en gran estima y durante seis años, hasta 1990, le auparon a la dirección de la CEE, tanto en la Comisión Permanente como en el Comité Ejecutivo. Pero en las últimas elecciones internas de la CEE, celebradas en marzo del año pasado y que auparon a la presidencia al cardenal Rouco, Setién quedó fuera de todos los cargos, como simple vocal de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, que él mismo presidió hace nueve años.

Setién pidió al Papa que aceptase su renuncia como obispo de San Sebastián el pasado 9 de diciembre, cuando ETA ya había roto la tregua, pero sus polémicas palabras sobre el precio de la paz en Euskadi se produjeron cuando el prelado ya había solicitado al Vaticano que aceptase su renuncia.

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