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La importancia de unas elecciones

Si todas las elecciones democráticas son importantes, las que se van a realizar en España en apenas dos meses lo son de una manera especial. Las mismas encuestas que transmiten la creencia generalizada en una nueva victoria del Partido Popular, reflejan una distancia en votos tan escasa entre éste y el PSOE, que la victoria socialista cabe dentro de lo posible. El nerviosismo existente en las filas de la derecha y las descalificaciones con que ha empezado Aznar la precampaña, son elementos adicionales que avalan el hecho de que las elecciones se presentan abiertas, que no hay nada decidido y que mucho va a depender de lo que hagan unos y otros en el tiempo que resta.Para muchos asuntos esenciales en la convivencia o para la vida cotidiana de los ciudadanos, no es indiferente quién gane. Cuatro años más de gobierno de la derecha le permitiría consolidar la tarea iniciada en esta legislatura, caracterizada por dos grandes rasgos: tremenda distancia entre las posibilidades de nuestra economía y la acción insolidaria del Gobierno; abuso sistemático de la propaganda para confundir respecto a lo que, de verdad, se está haciendo.

Superada la crisis de comienzos de los noventa, la economía internacional ha entrado en un ciclo largo de expansión en el que ha sido posible vencer la inflación y reducir los déficits públicos. En España, dicho proceso empezó en 1994 lo que permitió al gobierno del PP asumir sus funciones con una economía ya creciendo al 2,7%, situación muy distinta a la del último gobierno socialista que inició su tarea con una economía en profunda recesión. Ocultar este dato a la hora de establecer comparaciones entre uno y otro período sólo descalifica a quien lo hace.

Hoy crecemos por encima del 3,5%, pero no todos los ciudadanos se han beneficiado por igual de las ventajas de este crecimiento. Los salarios apenas han ganado poder adquisitivo, mientras los beneficios de las empresas se han disparado. Se han mantenido las pensiones congeladas en términos reales y sólo presionados, tarde y mal, han mejorado las pensiones mínimas y no contributivas. La reforma del IRPF ha beneficiado a las rentas del capital frente a las del trabajo y, dentro de éstas, a las más altas. La pérdida de poder estatal derivada de las privatizaciones, ha beneficiado a los grandes grupos económicos privados que han visto cómo se disparaba su valoración bursátil y sólo en menor medida, a los consumidores. La creación de empleo precario para los jóvenes y la elevada tasa de paro femenino, contribuyen a dibujar un panorama en el que unos se han beneficiado mucho del buen momento económico, y otros, menos. Esta mayor desigualdad social se deriva de las políticas aplicadas por el Gobierno de la derecha que ha estado más interesado en la propaganda sobre sus supuestos méritos que en afrontar los retos derivados del euro. Si nuestra productividad es hoy de las más bajas de Europa es como consecuencia, entre otras cosas, del retroceso sufrido durante este período en la inversión pública, del escaso apoyo a las nuevas tecnologías y de la ausencia de medidas para ampliar la oferta productiva atendiendo nuevas necesidades sociales vinculadas a la familia y al medio ambiente.

Se está, pues, desaprovechando la buena marcha de la economía para reforzar nuestras posibilidades de crecimiento futuro, incrementar la equidad social en España y aproximarnos a los niveles de bienestar de países con los que compartimos hasta la moneda.

La separación sistemática entre lo que dice el Gobierno del PP y la realidad de lo que hace, es la segunda gran característica de la actual legislatura. Dicen defender la sanidad pública pero todas las medidas que han adoptado han sido para beneficiar a la privada, incrementando su campo de actuación. Dicen creer en la educación pública, pero lo que mejoran son los conciertos con la privada. Se proclaman defensores de las pensiones públicas, pero mejoran el tratamiento fiscal de las privadas e incrementan el endeudamiento de la Seguridad Social. Y anuncian importantes inversiones en infraestructura que luego no tienen el respaldo presupuestario necesario.

Gestión mediocre y política de derechas, sería un escueto resumen de lo que han sido estos últimos cuatro años, acompañado todo ello de la ocupación de parcelas importantes del poder económico y mediático por personas afines al Gobierno y de un profundo menosprecio al Parlamento. ¿Queremos eso cuatro años más? ¿Queremos que España sea el bastión de la derecha europea?

Las encuestas dicen también que los españoles se definen como de centro-izquierda. Y hay ofertas electorales que no necesitan realizar ningún travestismo ideológico para conectar con esa sensibilidad mayoritaria. Ofertas que pueden ganar si logran rebajar su nivel de ruido interno y consiguen que su mensaje y sus propuestas lleguen con nitidez a los votantes. Porque ahora se trata de eso. De que los ciudadanos decidan el rumbo que le quieren dar a España en los próximos cuatro años. Por eso son tan importantes estas elecciones. Porque existe una alternativa más eficaz y más solidaria. Y esa alternativa, puede ganar.

Jordi Sevilla es candidato del PSOE al Congreso por Castellón en las elecciones generales

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