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Cuando Steve Case, de 41 años, acabó sus estudios, las perspectivas de trabajo no eran demasiado espectaculares. Un mediocre título en ciencias políticas conseguido en Williams College, una universidad de poco renombre, no le servía de mucho para superar el obstáculo innato de ser un joven americano cualquiera, de poca personalidad, poco dinamismo visible, tendiendo a la timidez. Como mucho, opinarían sus compañeros de clase, el hawaiano acabaría ocupando un puesto de ejecutivo medio en un pequeño suburbio de Milwaukee.La primera empresa que no rechazó su solicitud de trabajo fue Procter&Gamble, un gigante en la industria de los productos domésticos, donde desempeñó un cargo humilde en el departamento de mercadotecnia, dedicándose al desarrollo de un acondicionador para cabello. Pasó de ahí a Pizza Hut, donde su misión fue descubrir nuevos y exóticos ingredientes apetecibles al americano medio. Después de una extensiva degustación y un minucioso estudio del mercado descubrió que, al final de cuentas, lo que mas deseaba el consumidor era una pizza de queso y tomate. Fue una lección que nunca olvidó una vez que se apartó para siempre de su destino, en 1985, guiado por una convicción de acero que el futuro, tanto de él como del planeta, era el Internet.

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Sabía, como dijo en una entrevista hace un año con EL PAÍS "que esto iba a transformar de manera fundamental el modo de obtener información, comunicarse y comprar, y que algún día sería un medio de masas".

America Online se ha convertido, de lejos, en el proveedor de Internet más grande del mundo en gran parte porque es el más sencillo, el que supone menos sofisticación de parte del usuario. No es boeuf bourguignone, es pizza con queso y tomate. De la misma manera, el mismo Case no es ni Ted Turner (el rimbombante fundador de la CNN), ni Rupert Murdoch (autraliano áspero, frío, temible), los dos magnates de los medios de comunicación que el jovenzuelo de 41 años acaba no sólo de destronar, sino de avasallar.

Case es un hombre que cuando va al trabajo a la oficina de AOL, en la campiña en las afueras de Washington, viste camisa sin corbata, pantalones ligeros, calzado deportivo. Pone los pies en la mesa cuando habla, pero no tiene una personalidad imponente. De aspecto infantil, es el tipo de persona que si uno lo viera en una barbacoa de fin de semana iría a hablar con él por compasión, con poca expectativa de hablar de mucho más que del tiempo, o del béisbol.

El año pasado Case afirmaba que compararlo a él con Bill Gates sería comparar a David con Goliat. Ya entonces se trataba de falsa modestia. AOL había aniquilado a Microsoft en la batalla por el Internet.

Hoy en día, Steve Case es el Rey Solomón. Su imperio comprende el New Media, que antes dominaba Bill Gates, y los medios tradicionales de comunicación, la televisión, el cine y la revista Time.

¿Cómo lo ha logrado? Es que detrás de esa máscara anónima, esa personalidad anodina, hay una voluntad implacable, una energía feroz. Case es el sueño americano en su quintaesencia: con suficientes ganas, cualquiera puede triunfar.

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