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Tribuna:AMIGOS Y VECINOSFRANCISCO CASAVELLA
Tribuna
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"La vida es elegir una manera propia de volverse loco" RAMÓN DE ESPAÑA

Pregunta. Hace tiempo que no se te ve el pelo, Paquito. ¿Se puede saber dónde has estado metido en el último año y medio?Respuesta. Retirado del mundanal ruido, en un apartamento que tienen mis padres en Barà, escribiendo una novela larguísima que aún no he terminado. Y volviéndome loco, supongo.

P. ¿Perdón?

R. Hombre, Barà en invierno es como un pueblo fantasma. Te pasas el día escribiendo y luego, como no te acerques al monumento a Luis del Olmo y te eches a llorar, ya me dirás qué haces. De repente, estás dando un paseo por la playa a medianoche, volviendo del bar más cercano, que está en el quinto pino, y te para la Guardia Civil y no sabes qué decir. Te sientes como esos personajes de las novelas de Stephen King que se retiran a escribir su obra inmortal y acaban volviéndose tarumbas.

P. Nadie te obligó.

R. Cierto, yo me lo busqué. Y la verdad es que se trabaja, aunque corras el riesgo de desconectarte completamente del mundo y zumbarte. Aunque también es verdad que, por lo menos, puedes elegir tu propia manera de zumbarte.Me temo que la vida sólo consiste en eso: en elegir tu forma favorita de volverte loco. Y las hay peores: ir a la oficina todas las mañanas, aguantar a un jefe insoportable.

P. Ya pasaste por eso.

R. Hace mucho tiempo.

P. Cuando te conocí, trabajabas de botones en La Caixa.

R. Donde había entrado a los 16 años porque en mi casa no sobraba la pasta.

P. La Universidad no la pisaste.

R. Falso. Empecé Derecho y Filología, pero enseguida me di cuenta de que aquello no era para mí.

P. ¿Consideraste la posibilidad de hacer carrera en La Caixa?

R. Qué va. Entré de botones y me fui de botones. Era una vida... extraña. A veces echo de menos a un funcionario melancólico con el que tomaba copas en el bar El Oso Feliz. Se perdía mucho el tiempo, pero de una manera bastante agradable. Te enviaban a hacer un recado que se podía resolver en 10 minutos y tú te perdías durante tres horas: nunca he caminado tanto por las calles de Barcelona. Tal vez por eso, ahora puedo pasar días enteros sin salir de casa.

P. Escribiendo y volviéndote loco.

R. Exactamente. Y una vez al mes me doy un homenaje y me paso tres días bebiendo en tugurios varios, en sitios de esos en los que no das ni por casualidad con una persona interesante ni con una conversación estimulante.

P. Si todo es tan aburrido, ¿por qué sigues saliendo?

R. No lo sé. Para descargar mis tensiones, tal vez.

P. Alguien puede sacar la conclusión, oyéndote, de que la vida del novelista es una pesadilla.

R. Qué va, tío, en absoluto. Escribir es un oficio maravilloso. Además, ésta es una época inmejorable para gente como nosotros: la sociedad nos soporta y nos permite llegar a fin de mes. Imagínate que nos hubiera tocado vivir en los años cincuenta, gorroneando cafés y pidiendo prestada La Codorniz para no gastar dinero.

P. Cualquiera diría que vives holgadamente de la literatura.

R. No me quejo. Preferiría tener una mansión como la del protagonista de Los hombres duros no bailan, de Norman Mailer, pero me conformo con el apartamento de Barà. ¡La verdad es que lo único que comparto con ese personaje son las resacas!

P. ¿De qué va ese libro enorme que estás escribiendo?

R. Es la historia de un trepador social muy torpe, cuyas andanzas degeneran rápidamente en catástrofes. Ese personaje es el hilo conductor de una historia que transcurre durante los últimos 25 años y que me permite, entre otras cosas, aportar mi punto de vista sobre esa transición modélica que vivimos los españoles bajo la atenta mirada de nuestro Rey y bla, bla, bla.

P. Aprecio cierto sarcasmo ante nuestra estupenda transición, envidiada en todo el orbe.

R. Bueno. Intentaron hacernos creer que este país empezaba desde cero y que a partir de entonces hasta los políticos iban a ser gente estupenda... cuando en realidad casi todo seguía siendo igual que siempre.

P. ¿Qué fue del proyecto de adaptación de Un enano español se suicida en Las Vegas?

R. Están en ello. Al principio la iba a dirigir Manuel Huerga y el productor era Andrés Vicente Gómez, pero ahora el proyecto está en manos de Antonio Chavarrías.

P. ¿Y aquella serie de televisión que ibas a escribir y dirigir?.

R. Los que están sentados... Eso fue un proyecto del difunto Pepo Sol, un tipo estupendo que, como recordarás, siempre te sorprendía con sus fantásticas ideas de bombero. Después de Antártida, me atrapa y me dice que hay que hacer una serie, que Ramón Colom está en TVE y le gusta lo que hago y le tenemos que vender algo. Algo que pase en Tánger, me especifica. ¿Por qué Tánger? Ni idea, pero Pepo era así. Me puse a escribir, me ilusioné con lo de dirigir y... los socialistas perdieron las elecciones, cayó Colom y de Los que están sentados nunca más se supo. Por el camino se me han quitado las ganas de dirigir. Bastante trabajo tengo cuidando de mí mismo como para cuidar, además, de un equipo de 60 personas.

P. ¿Y la adaptación de El triunfo?

R. Está en manos de las alegres chicas de Colsada, también conocidas como Marta Figueras y Mireia Ros.

P. ¿Y?

R. No tengo nada más que añadir al respecto.

Vicens Gimenez

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