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Tribuna:ALEJANDRO V. GARCÍAEL PERFIL
Tribuna
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JOSÉ MERCÉ El grano nuevo del racimo

Una saga flamenca es como un exuberante racimo de uvas. Se toma el cabo del racimo, donde están los granos más nuevos, y conforme se eleva aparece una aglomeración de nombres, circunstancias, apodos, historias, ninguna mejor que la otra, todas extraordinarias o memorables, que no parece tener fin. Las mejores sagas son intrincadas, casi fabulosas, y parecen omniscientes.La saga de José Mercé (Jerez de la Frontera 1950) es un pesado racimo que contiene los grandes nombres de flamenco de Cádiz. El grano más nuevo, Mercé, después de cinco años de silencio, que pasó abrumado "por las cosas de la vida" (como llaman los críticos flamencos con respeto pudoroso al dolor por el hijo muerto), ha logrado con un disco de cante jondo la misma cifra de ventas reservada a los artistas del pop o del rock. Hace un mes Mercé había vendido 130.000 copias de su Del Amanecer... y la cuenta se seguía incrementando.

El vértigo del éxito ha mudado al cantaor del discreto tablado de una peña al escenario del Palau de la Música de Barcelona. Con los premios ha ocurrido igual. "Los flamencos no estamos acostumbrados a recibir trofeos con tanta parafernalia. Nos suelen premiar las peñas flamencas, que para nosotros tiene el mismo valor", protestó Mercé el día en que le entregaron el Premio Amigo.

Amigo, Vicente Amigo es precisamente el nombre del guitarrista que lo rescató de los malos momentos y lo convenció para que cantara sus temas. El disco fue grabado en Córdoba, siguiendo las luces no de uno si no de muchos amaneceres que luego, reunidos, formaron uno simbólico, ancho y perdurable.

Musicalmente, el disco es fresco y radiable. Literariamente es mediocre pero contiene un hallazgo asombroso, propio de un poeta futurista que faenara en un campo de olivos, los versos de las pilas y el corazón que tanto le demanda el público: "Pilas alcalinas pá mi corazón cansao". Los flamencos puros andan indignados sin embargo por el atrevimiento de unir en una estrofa el más básico acumulador eléctrico con el foco orgánico de la sensibilidad.

Pero a él no le falta pureza de cuna. Una de las uvas más antiguas del racimo de Mercé (nacido José Soto Soto), por lo menos la uva bisnieta, corresponde a Paco La Luz, nacido en el siglo pasado o en el otro, depende de si estamos en el XX o en el XXI, que es asunto de graves discusiones. La Luz se llamaba Francisco Valencia, un genial creador de seguiriyas, que regaló al mundo una extraordinaria progenie de duros de oído: su hija, Juana la Sordita, Sordera de Jerez o el Sordo Pipoño, abuelo de Chiquetete.

De la familia de Paco La luz también fueron, o son, según el caso, Perico El Tito, la Conchinita, Juanito Mojama, Luisa la Torrán, Diamante Negro, Los Terremoto, los Parrilla y los Borrico. Los abundantes granos del racimo pesan como el oro del mejor cante.

Su tío, Manuel Soto Monje, Sordera de Jerez, amplió la parentela. Se casó con Rafaela, de la familia de los Antúnez, la misma del Niño Gloria y sus hermanas. En el ambiente de la casa, las fiestas y en los tabancos curtió El Sordera la experiencia que luego legó a otros como Mercé

José Mercé empezó en el cante de niño. Durante muchos años cantó para el baile en compañías teatrales. Una década, en concreto, estuvo en la de Antonio Gades. Comenzó a grabar discos hace veintidós años. Los cinco anteriores a Del Amanecer... no fueron constantes. Cada uno lo hizo con una compañía diferente. Hay quien piensa que aún no ha dotado de coherencia a sus grabaciones. Luego vinieron las malas circunstancias, la desolación, la noche... y el amanecer. Por fin. El cantaor ha reconocido que la mayor parte del discos, quizá la dos terceras partes, corresponden a Vicente Amigo. Su amigo Amigo.

¿Flamenco nuevo, refrescante? ¡Cuidado! "Estoy muy orgulloso de que este disco haya calado hondo en la gente joven porque ellos son el futuro. Antes a los jóvenes les daba miedo acercarse al flamenco porque cuando iban a un concierto sólo encontraban a los cuatro tipos de siempre con sus chaquetas y sus corbatas, y ellos, lógicamente, se sentían desplazados". Ahora todo ha cambiado, sostiene Mercé. En sus conciertos ha contado los pantalones vaqueros y las corbatas y ganan por goleada los pantalones.

Eso no significa que el flamenco tenga que adaptarse sin más al sonido que prefieren los usuarios de los vaqueros. El flamenco, ha dicho Mercé, tiene que estar abierto a cualquier experiencia siempre que mantenga la pureza de la raíz, es decir, el tono del racimo. "Arriesgar pero sabiendo siempre lo que haces".

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