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Rostro humano

A comienzos de la ya pasada Navidad saltó la polémica en el Ayuntamiento de Sevilla por el inicio, por orden del alcalde, de un expediente para indemnizar por responsabilidad patrimonial a los familiares de las víctimas del derrumbamiento del muro del antiguo Bazar España. A partir de la firma del decreto correspondiente, los hechos se han precipitado de una forma que no se alcanza a comprender. Dimisiones, ruedas de prensa diarias, sonrisas descaradas y comentarios insidiosos de la oposición, acosos de los medios de difusión local. Todo un despliegue, al más puro estilo "hollywoodiense", similar a los narrados en películas como La hoguera de las vanidades o City hall, a la sombra de una tragedia humana, en la que los verdaderos perdedores son las víctimas y sus familiares. No conozco el derecho lo suficiente como para emitir un juicio razonado sobre el desastroso suceso y sus consecuencias legales, pero al amparo del sentir mayoritario de los sevillanos sí tengo clara una cosa: en el Estado del Bienestar las personas no pueden morir sin más en una parada de autobús sobre la que se desploma un muro. Los que defendemos el Estado del Bienestar asumimos implícitamente la máxima de que las Administraciones Públicas son las responsables últimas de garantizar con todos los medios factibles el bienestar de los ciudadanos, incluida por supuesto la propia vida. Por eso, con independencia de las responsabilidades legales, siempre existe una responsabilidad política, que no tiene que estar recogida en textos legales ni en acuerdos, y que obliga a la máxima citada.

A partir de aquí, el único ingrediente necesario es hacer una "política con rostro humano". Rostro humano que en este caso pasa por indemnizar a las víctimas, pedir perdón si alguien cree que debe hacerlo, y dejar a un lado pataletas, alardeos mediáticos y comentarios insidiosos. Lo contrario es depauperar la política y trasladarla a un nivel barriobajero de reality show, que lo único que consigue es cansar a quienes de verdad creen que con la acción política es posible construir día a día un mundo mejor. En definitiva, hacer y callar, que siempre es lo más deseable cuando media el dolor humano.

LUIS ÁNGEL HIERRO

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