Electoralismo de última hora

La comisión electoral croata ha dispuesto, en un intento por la limpieza de las elecciones, que en los colegios electorales se retiren las fotos de Franjo Tudjman, que, en su condición de presidente, todavía figura en los edificios públicos de Croacia. Por su parte, el Gobierno, en un último esfuerzo por inclinar el platillo de la balanza electoral, no se recató en anunciar una andanada de medidas con un tufo electoralista el último día del año, cuando toda Croacia se preparaba ya para festejar la llegada del año 2000.

El jefe del Gobierno, Zlatko Matesa, entregó a la comunidad judía de Zagreb el título de propiedad de un solar, en pleno centro de la ciudad, donde se encontraba la sinagoga demolida por el régimen fascista de los ustashas.

La iglesia católica recibió la propiedad de un convento reconvertido en cárcel donde cumplieron condena bajo el régimen de Tito el cardenal Stepinac, el mismo Tudjman y otros políticos de la actual Croacia.

En tan señalado día, la ministra de Educación firmó un convenio colectivo con el sindicato de enseñanza por el que se eleva un 8% el salario de los maestros.

Por si no bastaba, se iniciaron las obras en la autopista Zagreb-Split, una ruta anhelada que une la principal ciudad de la costa de Dalmacia con el centro de Croacia.

Todas estas tentativas del Gobierno por conservar la mayoría en el futuro Parlamento pueden resultar vanas si se impone a la hora de votar la consideración sobre la marcha económica del país, con más de 300.000 parados, un 20% de la población activa; la existencia de un número mayor de jubilados que de empleados, y la sensación de corrupción durante los años de régimen de Tudjman.

En esto basa su esperanza la oposición, que se presenta en dos alianzas electorales que han prometido no formar Gobierno con la HDZ.