_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

"Manque gane"

NEGRITASSANTIAGO F. FUERTES"Feliz año, me ha invitado don Manuel". Con esta duda de estar donde se debe disfrazada de saludo se presentaba ante quién le hiciera algo de caso la celebérrima abuela del Betis entre los canapés que abrieron la cena celebrada el sábado en el hotel Al Andalus para festejar el bautizo del Villamarín posproletario, homónimo ahora del amo del cortijo, Manuel Ruiz de Lopera. Esa mujer con sombra de ojos verde, diadema verde y blanca, jersey verde, falda verde y, aunque da pavor pensarlo- por el exceso de verdor, claro-, probablemente algo más verde, encarna lo que parece que se acaba, como si se lo hubieran masticado simbólicamente los asitentes a la cuchipanda: el Betis del manque pierda.

Manuel Chaves, Alfredo Sánchez Montesesirín y la ex alcaldesa Soledad Becerrill (que se llevó para casa la certeza de que los más béticos no parecen votarla y se dejan la boca y los pulmones con sus pitos en cuanto la tienen enfrente) fueron testigos de primera fila de la bendición del arzobispo Carlos Amigo Vallejo de medio estadio maravilloso (aunque se presume que el agua bendita iba dirigida también a las partes más viejas, parece más cristiano). Tras los fuegos artificiales y las alusiones a la mezcla de la sangre de Ruiz de Lopera con el hormigón del estadio -Argamasa Tegasa, podría ser su nombre comercial-, dio comienzo una cena en la que el propietario del club fue el centro (no acababan de ponerle su nombre a un estadio, pues eso) de un ágape al más puro estilo de una boda. Hasta había una banda con chicas de pantorrillas gruesas y falda corta que lo mismo cantaba un pasodoble que Livin" la vida loca de Ricky Martin y tarta verdiblanca.

Al calor de las copas y del baile, algunos peñistas y directivos del Betis echaban de menos "cuando no se ganaba casi nunca". Nadie aceptaba, sin embargo, volver a aquella época, aunque prefieren seguir apelando a los pobresitos (es que los nuevo riquitos suena fatal, la verdad). En la cena quedó claro que Ruiz de Lopera es un ineludible fenómeno antropológico para entender la Sevilla actual. Periodistas, directivos, curiosamente pocos jugadores (excepto Alexis, que llegó tarde y se disculpó así) y todo titirimundi se acercaban al hacedor del Betis del manque gane en consciente pleitesía. Guste o repugne, Ruiz de Lopera ha hecho otro Betis, su Betis. Y el sábado se cenó el bautizo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_