Sin "efecto 2000"
Es una buena noticia que no se hayan producido noticias sobre el temido efecto 2000. El rastreo de los partes de la multitud de organismos nacionales e internacionales que vivieron el fin de año en alerta, vigilando cualquier posible colapso informático, arroja una monótona repetición del mismo mensaje: todo funciona. Apenas hay anécdotas. Con todo, hay que esperar varios días para hacer un balance final. Todos los operativos de vigilancia se mantendrán en alerta hasta finales de esta semana. El lunes próximo se considera una jornada clave, ya que, pasadas las fiestas, regresan a la actividad tanto el mundo financiero como el industrial. En España, los planes y los sistemas han funcionado y las medidas de emergencia no han tenido que ser activadas. Regreso, pues, o continuación, de la normalidad. Ahora bien, no cabe descartar que algunos países que no han reportado ninguna incidencia simplemente no la hayan detectado porque sus servicios fallan regularmente, al margen del 2000.Es una muy buena señal que servicios críticos como los de suministro eléctrico o el transporte hayan realizado el cambio de año y de dígitos sin problemas reseñables. ¿Hubo excesos agoreros? Sería temerario aseverar que el esfuerzo mundial para prevenir el cambio de fecha en los ordenadores era inútil. El peligro existía y había que actuar precautoriamente. Que un ordenador no trabaje con la fecha correcta no ha de suponer que no cumpla con las tareas que nada tienen que ver con ese dato, pero el día que se le exija una tarea que implique directamente la fecha, pueden surgir los problemas. No se debe bajar la guardia.
La revisión de los sistemas ha permitido, por otra parte, un inédito inventario del potencial informático de los países y un experimento de colaboración internacional -por ejemplo, equipos militares tutelando y revisando conjunta y mutuamente las instalaciones del otro- inédito por su dimensión. La parte negativa de este episodio es su misma existencia. Ha habido una carísima imprevisión -se calcula que se han invertido 50 billones de pesetas en la revisión- en el origen del problema por parte de quienes, para ahorrar memoria, no introdujeron cuatro dígitos en los programas para que éstos reconocieran la llegada del 2000 en los relojes informáticos. Se creyó que la obsolescencia, real o inducida, de los equipos permitía programar sin pensar en el 2000 porque a estas alturas ninguno de aquellos programas estaría vivo. No ha sido así. Lo cual es una lección a aprender de cara al futuro de las nuevas tecnologías, desde la informática a la ingeniería genética.
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