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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

'Rotondomanía'

En los últimos años, las corporaciones municipales de la Comunidad de Madrid han emprendido, masiva y denodadamente, la realización de rotondas, más o menos fastuosas, en todas las confluencias de caminos existentes en sus respectivas jurisdicciones.¿Cuál ha sido el móvil de esta revolución urbanística, que el transcurrir del tiempo está revelando contraproducente, y que los responsables deberían haber previsto?

Por un lado, la pretensión de dar más fluidez al tráfico rodado ha resultado fallida (verbigracia: en Alcorcón, los innumerables vehículos que van en dirección Móstoles por la antigua carretera de Extremadura se ven obligados a parar durante la fase roja de un semáforo existente pocos metros después de pasada una rotonda, lo que origina el taponamiento de ésta, impidiendo la normal circulación no sólo hacia Móstoles, sino en todas direcciones).

Por otro lado, los muñequitos de peatones en las columnas semafóricas (iluminados en verde o rojo) están colocados de forma y manera que son invisibles para los conductores que circulan por las plazas, y sólo advierten de que quienes intentan cruzar tienen preferencia, cuando están materialmente encima, lo que motiva bruscos frenazos y la consiguiente obstaculización del tráfico, amén de provocar la continua inseguridad de los viandantes.

Es notorio también que esas encrucijadas son continuo foco de percances y altercados entre automovilistas, entre otras razones por las dudas que plantea, en función de la dirección a tomar, qué carril se debe ocupar.

Y ¿qué decir de las estatuas elegidas para embellecer esos lugares? Es vox populi que la gran mayoría son enormes adefesios (sin duda, los ediles comunitarios tratan de emular al Ayuntamiento capitalino con esta proliferación de esperpentos).

Si tantos desatinos fueran insuficientes para repudiar las obras, se puede añadir otro: la ubicación de fuentes. Sin entrar aquí a juzgar sus diseños, sucede que el viento (por flojo que éste sea) hace que la calzada y aceras anejas estén permanentemente inundadas de agua, lo que, además de resultar un derroche del escaso y preciado líquido, conlleva, para transeúntes y automovilistas, el peligroso efecto de resbalones y patinazos con sus desagradables, cuando no trágicas, consecuencias.

Considerando entonces que las pregonadas excelencias de las rotondas se han mostrado ficticias, tanto por su cometido práctico como por su función ornamental, y puesto que la rotondomanía ha enganchado por igual a munícipes de diferentes ideologías, es ostensible que el primordial móvil de la desmedida reconversión ha tenido que ser económico: con tantos millones de pesetas cambiando de manos, siempre cabe la posibilidad de que alguno se quede pegado en las propias (cuando pasen los años y se enmiende tanto desaguisado, los millones volverán a fluir y será la oportunidad para otros amiguetes del cole, olvidados en anteriores convocatorias).- Sardinero Rocaberti.

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