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Atropellando peatones y otros juegos (de ordenador)

En plena era de los juegos electrónicos, el Ayuntamiento de Valencia propone un divertimento real para los que circulan en coche por nuestra ciudad. Un panel electrónico, instalado en la calle, permite al conductor estimar cuánto tiempo tardará en llegar desde Viveros a la avenida del Cid (si antes no ha dado con sus huesos en el hospital al intentar batir la última marca). Parece ser que el sistema SITRE, que así se llama, se extenderá a otras rutas urbanas.Técnicamente, el sistema graba, mediante cámaras de televisión, las matrículas de los vehículos en origen, luego las reconoce en destino, y por un simple cálculo establece el tiempo de recorrido. Hallada la media del flujo, se traslada al panel: tantos minutos. Es obvio que la máquina también puede conocer la velocidad media de cada vehículo.

La oposición municipal pone objeciones al invento, y dice que debe haber otros modos que no vulneren la intimidad de los viajeros. No parece una cuestión menor el hecho de que las cámaras vayan tomando planos de los conductores y sus matrículas. Hurgarse la nariz en un semáforo dejará de ser un acto íntimo.

Pero la oposición, que casi siempre va a remolque en estos asuntos, ha olvidado ir al fondo de la cuestión.

La máquina sabe que el límite máximo autorizado en ciudad es de 50 Km/hora (Ley de Seguridad Vial), así que podría realizar una positiva labor social enviando a todos los vehículos que superan ese límite directamente ante el juez... si el Código Penal contemplara el exceso de velocidad como un delito y no como una falta administrativa.

Pero, a la vista de otras experiencias similares (todo por el tráfico) no parece que ésa vaya a ser su misión. Esperemos que al menos, la máquina rechace, para calcular el temps real medio, aquellos valores ilegales. Si no lo hace, estará estimulando a los conductores a saltarse la ley y tendremos un temps ilegal.

(En un año, en la ciudad de Valencia se producen, según cifras oficiales, siempre inferiores a las reales, alrededor de 6.000 accidentes, con 3.500 víctimas, unas 40 mortales, de las que la mitad son peatones. Un fastidio, si leemos las crónicas de prensa de estos sucesos, pues suelen provocan atascos y molestias a los conductores)

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En lugar de la sanción, podría suceder que el sistema SITRE acabe concediendo un premio a nuestro rompedor de récords cuando llegue a la avenida del Cid. El conductor puede acumular algunos puntitos más atropellando a unos cuantos peatones durante el recorrido. Para ello, no tiene más que practicar en casa con un juego de ordenador, el Carmagedon II ("Abróchate bien el cinturón mientras conduces y machacas los coches de tus oponentes. La conducción temeraria tiene puntos: aniquila todo lo que encuentres a tu paso. Choca, aplasta, estruja, revienta...") o bien, el Midtown Madness ("Olvídate de los atascos. Para ganar en una carrera sin reglas, todo vale"). Otro juego, el Driver, le enseñará, en su modalidad Fuga, a despistar a la policía, huyendo a toda velocidad. Claro, que también el policía puede conocer el Driver, y aprendiendo de Tanner, el héroe de uniforme, "realizará las más arriesgadas y escalofriantes persecuciones hasta que consiga atraparle." Pero nuestro audaz conductor no debe desanimarse si le detienen, pues dispone de otras opciones. Sim city "le enseñará a convertirse en el alcalde todopoderoso de la ciudad", y por tanto, a salvar todos los obstáculos legales. Y a través de Constructor podrá llegar a ser, finalmente, un gran magnate inmobiliario. ("Para ello, cuentas con el apoyo de los bancos y negocias con la mafia. Tus inquilinos estarán cada vez más frustrados. Tu lema es poblar sin parar tu territorio...")

La mejor escuela de urbanismo está, como podemos ver, en los juegos de ordenador. Y nuestra ciudad no es más que una pésima imitación de los mismos.

P.D. Todos los juegos electrónicos citados en este artículo están disponibles en el mercado, y sus prestaciones están literalmente copiadas de la publicidad.

Joan Olmos es ingeniero de Caminos.

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