El Rayo dicta una nueva lección de oficio y gana en San Mamés

Teóricamente, el carácter de los torneos altera el estilo de los equipos y la fisonomía de los partidos. Athletic y Rayo, sin embargo, practican una ortodoxia que resiste cualquier cambio de circunstancias. El equipo madrileño tiene tan aprendida su lección que probablemente no la cambiaría ni en la prórroga de una final de Copa; el Athletic tiene tan asumido que es un equipo indeterminado, que resulta tan imprevisible en la Liga como en la Copa o en un partido de homenaje.El Rayo, sin embargo, resultaba más reconocible, a pesar de los cambios. Bolo y Canabal sembraron de dudas a la defensa rojiblanca procurándose una ración de oportunidades malgastadas en la primera parte por falta de tacto, infortunio o insolidaridad.

El Athletic defendía de forma horrible y construía con materiales muy antiguos. De cuando en vez, la calidad escapa a la obediencia y algunos jugadores se procuran lo que la colectividad no inspira. Guerrero y Urzaiz, con dos derechazos, demostra los reflejos de Lopetegui. Detalles y destellos de un partido que estaba cosido a la solvencia del Rayo, cada vez más confiado en su defensa, cada vez más feliz con el balón. Y el gol fue la consecuencia de la autoridad. A Luis Cembranos le bastaron cuatro minutos de actividad para deleitarse con un gol fabricado con tacto y convicción.