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Entrevista:PEDRO LARREA ANGULO PRESIDENTE DEL CONSEJO SOCIAL DE LA UPV

"Nuestra Universidad es mucho mejor que la imagen que tenemos de ella"

Pedro Larrea Angulo, presidente del Consejo Social de la Universidad del País Vasco (UPV), es orduñés. Procede de la Comercial de Deusto y ha sido viceconsejero y diputado de Hacienda. Tiene larga experiencia en empresas consultoras y actualmente es consejero y vicepresidente de Sidenor, "dedicada a un proyecto de internacionalización muy ambicioso". Hace cinco años fue nombrado presidente del Consejo Social de la UPV y espera, como los otros consejeros elegidos por el Parlamento vasco, ser ratificado en el cargo "cuando se supere la actual situación política".Pregunta. ¿Qué misión tiene ese Consejo, del que tanto espera la sociedad vasca?

Respuesta. Una triple misión: ocuparse de que la Universidad haga su trabajo de la mejor manera posible; reflejar las necesidades y preocupaciones de la sociedad, y servir de puente, de enlace y de encuentro permanente, entre la sociedad y la Universidad.

P. ¿En que trabaja ahora mismo el Consejo?

R. Vivimos un momento importante, de cambio y de mejora. Estamos tratando de definir un plan estratégico para cuatro años, consensuado por los 30 miembros del Consejo, y que presentaremos el 31 de enero. Este trabajo, que es pionero, puede marcar la dedicación del Consejo en la nueva etapa que se abre, con nuevo equipo rectoral, superando definitivamente errores, desencuentros, tensiones e incluso confrontaciones pasadas.

P. ¿Qué puede ser lo más sorprendente de este plan?

R. La creación de un observatorio de mercado profesional, desde el que veamos las necesidades de la sociedad y los perfiles que deben tener en estos momentos los profesionales para afrontar con éxito su futuro, y qué déficits puede haber en la Universidad en esa situación real.

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P. ¿Podría poner un ejemplo actual que demuestre su eficacia?

R. El 50% de los ingenieros que se demandan hoy deben tener un perfil comercial y eso, en nuestra escuela, no parece aún demasiado relevante.

P. ¿Puede decirse que la UPV tiene hoy plena autonomía?

R. Respecto a su gestión, sí. Pero lo más importante es que goza de libertad de cátedra, libertad de expresión y libertad de docencia e investigación.

P. ¿Cuáles son los problemas graves de la UPV?

R. Hay que tener en cuenta que esta Universidad ha dado respuesta a un reto enorme: el incremento vertiginoso del número de alumnos, hasta 60.000. Y ha tenido que hacer frente a otras demandas añadidas: el bilingüismo, o a que la demanda se ha hecho a nivel de territorios, que era lo más justo, e incorporando escuelas superiores que ya funcionaban desde hacía tiempo. Pese a todo, la respuesta ha sido buena y hoy todo ciudadano vasco que quiera estudiar puede hacerlo. Además, se ha hecho un esfuerzo importante en investigación, actividad que en algunos casos es de primera magnitud y que lo será más en el futuro, al prever la reducción del número de alumnos por razones demográficas. Estamos, por tanto, con algunos problemas aún, pero en un punto de inflexión importante.

P. ¿Por qué debe apostar la UPV en estos momentos?

R. Creo que ha llegado el momento en que, sin perder el carácter de servicio público que tiene, debe pensar en la excelencia. Y para ello hacen falta dos cambios importantes: cultivar la diferencia y apostar por los centros que puedan ser competitivos a nivel internacional, dotándoles de medios y personas.

P. Se ha dicho que la UPV debe cumplir con su papel de promotora económica, política y moral de su entorno. ¿Lo cree así?

R. A la Universidad se le han pedido demasiadas cosas, incluso que sea pionera en la vertebración territorial del país, y yo creo que ésa es competencia de los políticos. Lo que se le debe pedir es que dote de los más amplios y profundos conocimientos científicos, tecnológicos y humanos que sirvan para dar respuesta a la necesidad social en cada momento. Serían impensables iniciativas de progreso sin una base tecnológica y humana de conocimientos.

P. ¿Cree que ha mejorado la imagen de nuestra Universidad?

R. Creo que tenemos una Universidad mucho mejor que la imagen que se tiene de ella. Estamos a la altura de las mejores por el nivel del profesorado y la gama de oferta educativa, pero no sabemos vender la imagen, lo hacemos mal y nos preocupa.

P. En encuentros recientes, organizados por su Consejo, los empresarios han acusado a la universidad de que sigue transmitiendo conocimientos enlatados, de estantería; de que da una formación que no es la que demanda la sociedad, ¿está de acuerdo?

R. Es cierto que la Universidad no da todo aquello que un alumno precisa hoy de cara a su salida profesional y que por ello puede ser rechazado en un proceso de selección. Un ejemplo claro: el mejor alumno de Ingeniería Mecánica de nuestra universidad, con la más alta especialización en el mundo del automóvil, puede ser un pésimo candidato para trabajar en la Mercedes-Benz. Y es que hoy las empresas piden aspectos relacionados con la personalidad o con lo que se llama la inteligencia emocional, y herramientas como la facilidad en los idiomas o el manejo de la informática o cualidades de relación personal o de comunicación, que no da la Universidad, pero creo que tampoco le corresponde.

P. La corresponda o no, el reproche existe. ¿Por qué?

R. Existe y los profesores deben tomar buena nota de ello, pero el único reproche serio sería que no se ocuparan de la formación básica de sus alumnos. Es decir, es muy importante cultivar la inteligencia de las personas, me refiero a la inteligencia conceptual, analítica, crítica, etcétera y enseñar a los alumnos a valerse por sí mismos, a aprender y ponerse al día permanentemente.

P. ¿Cual cree que es el futuro de la universidad pública vasca?

R. De acuerdo con la etapa de inflexión y cambio en la que estamos, hemos de apostar por la diferencia y la excelencia, con una UPV más abierta a las necesidades sociales y a las demandas internacionales. Soy muy optimista, tenemos grandes posibilidades de mejora en esta sociedad del conocimiento, de la tecnología y de la calidad. En 10 ó 20 años, nuestra Universidad será otra muy distinta.

Los "ritmos" de una UPV bilingüe

Se dice que en materia lingüística la Universidad vasca ha dado un buena lección de consenso, que se ha convertido en bilingüe integradora y lo ha hecho sin traumas, con un plan de normalización del uso del euskera que es un buen ejemplo para otros sectores.El presidente del Consejo Social tiene su propia opinión: "Se han dado pasos importantes, pero hay un problema de ritmos. Para algunos, el avance ha sido pequeño; para otros, se ha avanzado forzando demasiado ciertas situaciones de partida. Además, en el aspecto ideológico, existen también criterios contrapuestos sobre qué modelo de enseñanza bilingüe se quiere impartir. Hay uno, en el que parece que se está caminando, que es el de casi, casi, dos universidades, una en euskera y la otra en castellano, coexistiendo dentro del mismo paraguas institucional, y que incluso podría llegar el momento en que hubiera una universidad en euskera y otra en castellano, con lo cual tendríamos dos separadas o dos en una. A juicio de otros, debería ofrecerse la opción real de seguir indistintamente, a la carta o conveniencia del alumno, las distintas asignaturas, tanto en castellano como en euskera. En cualquier caso, se vaya por donde se vaya, todavía hay asignaturas que no se imparten en euskera".

Esta situación podría complicarse si se incorpora el inglés a la Universidad y también otras innovaciones importantes, como la tecnología y la teleenseñanza, como es deseo de algunos. Larrea de nuevo: "Una universidad trilingüe, como una universidad en la que se compagine el aula magistral con el campus virtual o una universidad en la que se abran a los estudiantes muy distintos saberes y aprendizajes, no sería ninguna novedad y ya se realizan pruebas y aplicaciones. En materia de lenguas, la Universidad de Mondragón quiere poner los recursos necesarios para que los alumnos, al final de sus años escolares, hablen castellano, euskera e inglés. Me parece una buena apuesta, interesante".

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