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TRIBUNALES: EL ALCOHOL ACTUABA COMO FACTOR DESINHIBIDOR

Los expertos dicen que Ferrándiz era consciente de sus actos criminales. Un psicólogo afirma en el juicio que a Joaquín Ferrándiz "no le importaba matar"

María Fabra

El juicio a Joaquín Ferrándiz Ventura, acusado de asesinar a cinco mujeres en Castellón, celebró ayer una sesión crucial para determinar la personalidad y salud mental del procesado. Los expertos coincidieron en que Ferrándiz necesita tratamiento y aunque un psicólogo lo calificó de "psicópata muy grave" y un forense de "enfermo mental", ambos subrayaron que el procesado era plenamente consciente de sus actos. "No tiene remordimientos", dijo un especialista. "Siente indiferencia respecto de los crímenes", añadió otro.

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La complejidad de la personalidad de Ferrándiz quedó patente en esta novena sesión del juicio, que se celebra en Castellón, y los psicólogos y forenses coincidieron en la necesidad de que el acusado se someta a un tratamiento. El psicólogo Vicente Garrido considera que el procesado es un "psicópata muy grave" que distingue entre el bien y el mal, y el forense Mario Ventura afirma que Ferrándiz sufre "un trastorno de personalidad" que reúne rasgos psicopáticos, esquizoides y neuróticos. "Padece una enfermedad mental que no le impide gobernarse a sí mismo", por lo que "podría haberse resistido a matar", añadió.Ambos peritos señalaron que en el momento de cometer los crímenes, Ferrándiz era plenamente consciente de lo que hacía, aunque ni lo sentía, ni le afectara ni le importara, tal como indicó el psicólogo criminalista Vicente Garrido, quien realizó informes sobre el perfil del posible sospechoso ya antes de que se produjera la detención del acusado. "No tiene remordimientos", dijo sobre Ferrándiz. Esta misma conclusión fue expuesta por el forense Mario Ventura. "Siente indiferencia respecto de los crímenes", atestiguó, y "no miente al decir que no recuerda ninguna emoción del momento", pese a que, a este respecto, Ventura indicó también que el hecho de haber repetido sus delitos denota la existencia de una "emoción residual digna" para volver a matar. Según los testigos, Ferrándiz "ha contado lo que ha querido" y ha ocultado lo que le ha interesado.

La declaración de Vicente Garrido consistió en la exposición de la personalidad psicopática que ha encontrado en Ferrándiz de la que señaló que, al matar, satisfacía "necesidades no cubiertas emocionalmente". Según dijo, la posibilidad de decidir sobre la vida o la muerte de sus víctimas cubría el nivel de emoción que no hallaba de otra manera aunque, en cualquier caso, sabía discernir entre el bien y el mal por lo que le considera "responsable de sus actos". Asimismo, el psicólogo mantuvo que, por ello, Joaquín Ferrándiz era capaz de medir el grado de violencia que aplicaba, guardando un control, afirmación que argumentó en la carencia de sadismo a la hora de cometer los crímenes.

Como consecuencia de su trastorno, que calificó de "muy grave", "no le importaba matar" y utilizaba, a su entender, el alcohol como desinhibidor hasta encontrar una víctima tipo, una "víctima de la oportunidad" pero no una persona concreta. En ese punto discrepó el forense Mario Ventura, quien sostiene que el procesado "elegía" a sus víctimas, aunque precisó que si no a una mujer concreta, sí el tipo de joven a la que atacar.

En cuanto a que "engañó" a todos aquellos que le trataron durante su estancia en prisión, por la condena impuesta en 1990 por agresión sexual, Garrido apuntó que, aunque la psicopatía podría haber sido detectada entonces no fue así porque "Instituciones Penitenciarias nunca se ha tomado la psicopatía en serio" y no se le realizaron los test de conducta oportunos, pese a que existen desde los años cincuenta. El acusado debería haber sido sometido, en libertad condicional, a un control estricto con el que se le impidieran, por ejemplo, las salidas nocturnas hasta altas horas de la noche consumiendo alcohol, ya que éste era un factor de riesgo para su reincidencia. Desde su punto de vista, Ferrándiz ha de ser sometido a un tratamiento que no debería concluir con su estancia en la cárcel, sino proseguir a lo largo de muchos años. Respecto a los dos últimos delitos de los que se le acusa, dos tentativas de asesinato, Vicente Garrido afirmó que, con ellos, "empezaba un nuevo ciclo" de crímenes.

Una de las discrepancias entre este psicólogo y el médico forense estriba en la petición de someterse a un tratamiento efectuada por el propio Ferrándiz. Para Garrido, esta solicitud es "honesta", mientras que para Mario Ventura, aunque "quiere realmente" este tratamiento, el propio acusado se considera mucho "menos enfermo de lo que aprecian" los expertos, con lo que es posible que realice la petición "de cara a la galería". "Muestra una preocupación e interés por estar socialmente admitido", afirmó Ventura como motivo del acusado para pedir tratamiento.

El médico forense indicó como posible causa del comportamiento de Joaquín Ferrándiz su relación con mujeres dominadoras e insistió en que en las dos últimas agresiones "asumió riesgos" y "cometió errores" debido a que se sentía seguro y creía que sus crímenes quedarían impunes.

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