Obri les festes amb clau
Cullera elabora pasteles para los pequeños, como los pastissets de Vinaròs, llamados nicolauets; en Borriana, Requena y Alacant quedan recuerdos de su fiesta y sus iglesias sobre mezquitas son innumerables. Hoy, los niños, els nicolauets, podían hacer una colecta ("Sant Nicolau, bisbe de pau, / panses i figues, / nous i olives/tantes com vullgau. / Si no me"n donau/escalaes avall caigau", cantaban), llevando como emblema un gallo. En otros sitios cazaban los sueltos, como avisa un bando de Castalla: "Que tota gallina, fora de porta, no tinga pleit, després de morta". En la ciudad de Valencia los pequeños salían a la huerta de captura y los mayores esperaban su retorno en Montolivet para festejar al que trajese mayores y mejores piezas.Los nicolauets, tras su pasacalle, suspendían un pollo enmedio de la calle en plan cucaña o lo enterraban con la cabeza al aire; piedras, ondas o espadas de madera mataban a la víctima emplumada, entonando la fórmula: "Tú, pollastre fanfarró, /capità de laes gallines, / amb el sabre que porte et vaig a traure les tripes", lo cocinaban con arroz y se lo comían. En la catedral de Valencia el bisbetó de los monaguillos medievales ejercía el poder esta jornada. Hoy, en Montserrat, aun gobierna un grupo de escolanes con el bisbetó al frente. Los sin derechos nicolauets invertían el orden, se constituían en autoridad, recibían impuestos, agasajos y regalos y, ejecutando una víctima propiciatoria, ejercían un sacerdocio y comían fraternalmente en honor de sant Nicolau (del griego "nikolaos", vencedor de pueblos, que, como veremos, se ha impuesto al mundo como Santa Claus o Papá Noel), su abogado al resucitar a tres niños conservados en salmuera y ayudado a no prostituirse a "tres donzelles honestes, / tirant-los per les finestres / lo dot amb que les casareu", depositando manzanas de oro en sus calcetines.
"Sant Nicolau, obri les festes amb clau", inicia el periodo carnavalesco, con el sacrificio ritual de un gallo, un símbolo solar, el primero que anuncia los días; a penas paridos los devoraba Saturno, el dios del tiempo, en esta época celebrado en el aurea Romana con las Saturnales de la libertad.
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