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FÚTBOL 14ª jornada de Liga

El Madrid se hunde en el caos

El Zaragoza arrasa en el Bernabéu, que la emprende contra todos los sectores del club, directiva incluida

Santiago Segurola

El Madrid ha entrado en coma profundo, pero a su alrededor se ha levantado un motín de enormes proporciones. La derrota frente al Zaragoza rompe los diques de la crisis y la traslada a la dirección del club, según el dictado del público, que no aguanta más. Se respetó la figura de Vicente del Bosque, por el trabajo circunstancial que se le atribuye en estos momentos. Los demás quedaron expuestos a la ira de los aficionados. Como ya se había puesto en solfa al equipo, sólo quedaba el ataque a la directiva, que escuchó de todo. Si el Madrid venía de un periodo turbulento, ahora la marea alcanza a todo el mundo, en un desplome que tiene un carácter institucional. Así lo interpretó la hinchada, presa de la irritación y de la fatiga.De la lógica del partido se concluyó la reacción de los aficionados madridistas. Reacción intempestiva por la derrota, por la diferencia abismal entre el juego del Zaragoza y del Madrid, por la muy distinta actitud que mostraron ambos conjuntos. El Zaragoza funcionó como equipo adulto, profesional, equilibrado. Se impuso en todos los aspectos, con una naturalidad que sólo resultaba explicable por la dejadez del Madrid. Algunos partidos se resuelven a través de la táctica, o de la categoría de los jugadores, o del azar. La autoridad del Zaragoza fue de otro calibre. No se sintió exigido en ningún momento. Eso no le quita ningún mérito: jugó con clase, paciencia y precisión. Uno por uno, sus futbolistas ofrecieron su mejor versión. Sólo Juanmi emborronó la impecable actuación del equipo. Se comió el gol en el primer remate que recibió. Juanmi tenía motivos para excusarse: pagó toda la inactividad del primer tiempo. El portero se quedó helado y no pudo atrapar un débil tiro de Raúl. Pero el Zaragoza había marcado tres goles y respondió contundentemente al fallo de su portero. En la siguiente jugada, Garitano aprovechó una llegada por la izquierda para sorprender a Bizzarri. La acción de Garitano no supuso ninguna novedad con respecto a lo que había ocurrido en el primer tiempo. Karembeu terminó aturdido frente a Vellisca y Garitano. Le tendieron todas las emboscadas posibles, con la colaboración de Seedorf, que nunca se dignó a ayudar al lateral.

REAL MADRID 1

ZARAGOZA 5Real Madrid: Bizzarri; Karembeu, Julio César (Ognjenovic, m. 46), Karanka, Roberto Carlos; Seedorf, Helguera, Savio, Guti; Raúl y Morientes. Zaragoza: Juanmi; Cuartero, Aguado, Paco (Solana, m. 22), Pablo; Acuña, Aragón, Garitano, Vellisca; Juanele y Milosevic. Goles: 0-1. M. 30. Milosevic cabecea con comodidady al poste derecho de Bizzarri un centro de falta de Aragón. 0-2. M. 40. Centro de Vellisca desde la izquierda, y Juanele se anticipa a la defensa con un toque de derecha. 0-3. M. 45. Juanele cabecea solo y sin marcaje un centro de Milosevic. 1-3. M. 53. Raúl, desde el borde del área, con la colaboración de Juanmi. 1-4. M. 55. Garitano, desde el área pequeña, tras combinación con Vellisca. 1-5. M. 68. Milosevic se deshace de Helguera y marca de tiro cruzado ante Bizzarri. Árbitro: Carmona. Amonestó a Karanka, Garitano y Guti. Santiago Bernabéu, 60.000 personas. Un espectador saltó al campo en la segunda parte y fue desalojado.

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El Zaragoza sacó ventaja en ese sector y en todos los demás. Utilizó el centro del campo como rápida zona de paso. Aragón, Acuña y Garitano movían la pelota con tranquilidad. Movían la pelota y se movían ellos. El Madrid, no. Su partido fue un monumento a la inmovilidad, como si todos se hubieran tomado un sedante. Todos quietos y la pelota al pie, en plan jubilados. Para los defensas del Zaragoza fue sencillísimo desbaratar el ingenuo fútbol del Madrid. Había que ver a Acuña convertido en un emperador. Iba de un sitio a otro sin ninguna prisa. Conectaba con todo el mundo, y cuando lo hacía con la delantera, el gol se volvía inminente.

Milosevic también contribuyó en grandes dosis. Se volvía hacia el medio campo, arrastraba a los centrales, se aprovechaba de su corpulencia para dejarles tirados, abría el juego hacia los lados y regresaba al área. Lo hizo una y mil veces, sin respuesta de los defensas madridistas. Mientras Milosevic destrozaba al Madrid, Juanele actuaba de chico listo. Salió casi siempre de derecha a izquierda para aprovechar los espacios de Milosevic. Interpretó tan bien su papel que marcó dos tantos.

Todos los jugadores del Zaragoza estuvieron irreprochables. Jugaron el partido perfecto. Eso no se discute. Del Madrid tampoco se discutió nada. Fue una ruina. Nada molestó tanto a su hinchada que el entreguismo. Si el encuentro le pintaba mal, podría esperarse una reacción de puro coraje. También así se ganan los partidos. O se pierden con honor. El Madrid prefirió hundirse de forma deshonrosa, sin atender al clamor que se escuchaba en el Bernabéu. Á la gente le importaba poco el mal juego, las deficiencias tácticas, los errores de los jugadores. El público se indignaba por el abandono general, la molicie de un equipo que ha tocado fondo. Con una particularidad añadida. Hasta ahora, los problemas estaban circunscritos al equipo y al entrenador. Frente al Zaragoza se traspasó ese ámbito para entrar de lleno en el terreno institucional. Una goleada de esta magnitud, la mayor desde el célebre estrago que provocó el Barça de Cruyff en 1974, rompe todos los diques y sube la marea hasta el cuello de Lorenzo Sanz y la directiva. Tal y como se han desarrollado los acontecimientos durante los dos últimos años, este seísmo podía producirse en cualquier momento. Ocurrió ayer, en un partido que traerá consecuencias incalculables.

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