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Instrumentos

Las movilizaciones de los trabajadores de Astilleros de la Bahía de Cádiz han ido acompañadas de destrozos y enfrentamientos. La quema de la cabina del puente de Carranza, 30 heridos en Sevilla y cuatro en Puerto Real, forman parte del balance. Tornillos, tuercas, piedras, pelotas de goma y botes de humo se emplearon a fondo. En medio quedan las discusiones sobre la proporción, o desproporción, de los medios utilizados por manifestantes y agentes y su análisis podría llevar a distintas conclusiones.Sin embargo, puede que, sin desatender la gravedad de estos comportamientos, merezcan la atención otros, ya que podrían atentar contra el Estado de derecho. En concreto, la actuación policial, no contemplada desde el policía, sino desde quienes han impartido las órdenes que se han cumplido a rajatabla.

Es extraño que los agentes no hayan practicado una sola detención, ni impedido los daños. Sólo han cargado contra los trabajadores. Aquí ha terminado su actuación y, lógicamente, ha tenido que estar acomodada a las instrucciones recibidas. Instrucciones represivas, pues cuando las fuerzas del orden, pudiendo hacerlo, no detienen ni evitan daños, actúan coactivamente y no cumplen su función, que es la detención y puesta a disposición judicial de quienes estén cometiendo un delito. Actuaciones que les convierten en simples instrumentos de un poder del Estado que impide la presencia de otro, el judicial, sin que pueda alcanzarse el Estado de derecho.

Como tampoco se alcanza cuando los instrumentos son los trabajadores a quienes no se les puede exigir que no caigan en la desesperación y que sus respuestas sean tibias cuando el paro está en la puerta de su casa. La responsabilidad siempre está arriba, no en los trabajadores o en los agentes, aunque unos y otros hayan cometido excesos. En cualquier caso, es bueno recordar que algunas de estas manifestaciones han posibilitado que este siglo sustituya el jornal por el salario y aparezcan jornada, descanso y seguridad social. En concreto, la de los trabajadores de Astilleros ha servido para arrancar a Piqué, ocupado en justificar la distribución de beneficios millonarios, la promesa de tomarse en serio el sector naval de Andalucía.

EUGENIO SUÁREZ PALOMARES

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