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Cela presenta "Madera de boj" como "una violenta obra de juventud y esperanza"

"No crean que voy a darles las gracias por ayudarme a morir con las botas puestas". Así de contundente inició ayer el escritor Camilo José Cela (Iria Flavia, 1916) el discurso que leyó a los estudiantes de la Universidad de Barcelona que llenaron el paraninfo del centro para asistir a la presentación de su última novela, Madera de boj (Espasa). "Aún no me ha llegado la hora. A la misma edad que tenía Pío Baroja cuando murió, me atrevo a ofrecerles una violenta obra de juventud y esperanza", continuó. El premio Nobel de literatura aseguró que se siente "con fuerzas para llenar muchas más páginas" y que "la novela es un género que no se acaba de escribir jamás".En un breve encuentro con los medios de comunicación, y sin querer entrar en detalles, el autor tachó a la mayoría de escritores jóvenes de "pequeñoburgueses". A pesar de ello, dijo que encuentra "excepciones honrosísimas". que no quiso citar por su nombre.

El acto de presentación estuvo protagonizado, además de por el autor, por profesores, críticos y escritores que le conocen bien: Adolfo Sotelo, Joaquín Marco, Lluís Racionero, Antoni Vilanova y Martí de Riquer. Todos hablaron de la obra de Cela como pedazo o continuación de la vida y como nexo de unión entre la novela del siglo XIX y la moderna, construida a partir de la desintegración de la acción y de los personajes. Los oradores presentaron a Cela como alguien que, desde la publicación de La familia de Pascual Duarte, en 1942, "ha intentado captar en toda su turbulenta mescolanza el desatado torrente de la vida real".

"La vida no tiene principio ni fin, porque cuando unos nacen, otros mueren y la vida es siempre la misma". La frase, escrita por Cela y recordada ayer por Vilanova, sirve también para definir su concepción de la novela. En Madera de boj, según Sotelo, este principio toma la forma de una "letanía que configura una crónica de vidas acariciadas constantemente por la muerte". Una letanía pronunciada por "un narrador que busca enraizarse en la tierra de sus antepasados y preservar la memoria en un mundo jalonado por la muerte". Cela, que cree que a la Universidad española aún le faltan 70 años para recuperarse de la ruptura cultural que supuso la guerra civil, afirmó que escribe lentamente, con gran dificultad, con muchos tachones y para sí mismo: "Mi novela está escrita para mí solo. Y quizás también para los miles y miles de hombres que son como yo".

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