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EL FUTURO DEL COMERCIO MUNDIAL

Los empresarios apoyan la reunión de incógnito por el clima de violencia

Medio centenar de presidentes y directores generales de grandes empresas norteamericanas hicieron ayer acto de presencia en Seattle para expresar su apoyo a las ideas de libre comercio que promueve la OMC y su oposición a las protestas callejeras de los ecologistas y los sindicalistas.Encabezaban la lista Bill Gates, de Microsoft, Phil Condit, de Boeing, y Jeff Bezos, de Amazon, los tres vecinos de Seattle. Y seguían los cabezas de empresas como Hewlett-Packard, Procter & Gamble y UPS. Pero el clima de violencia callejera reinante en Seattle, donde policías y manifestantes intercambiaban gases lacrimógenos contra cócteles Molotov, convirtió en casi clandestina la reunión de los empresarios, en un hotel próximo al Centro de Convenciones, escenario de la cumbre de la OMC.

La mayoría de ellos optaron incluso por no acudir en limusinas y vestidos con chaquetas y corbatas, sino a pie y con ropas informales. Y es que los reyes de la calle eran los manifestantes, entre los que destacaba la pintoresca presencia del líder campesino francés José Bové.

El francés, muy popular en determinados medios de EEUU por su oposición a McDonalds, se comió un gran trozo de queso roquefort frente a uno de esos establecimientos de hamburguesas rápidas situado en el centro de Seattle.

Decenas de cámaras de televisión registraron este gesto del personaje que fue encarcelado en su país por atacar con un tractor un establecimiento de McDonalds y cuya fianza fue pagada por granjeros norteamericanos que simpatizan con su causa.

Explotar mano de obra

Tras la acción simbólica de Bové, y sin relación de causa y efecto con ella, un grupo de jóvenes norteamericanos pasó a mayores e intentó destruir el establecimiento. Los comercios de McDonalds y el fabricante de prendas deportivas Nike, acusado de explotar mano de obra asiática, eran particularmente hostigados por los manifestantes y defendidos con vigor por las fuerzas especiales de la policía.

El disfraz más popular de los manifestantes era el de tortuga, una especie amenazada por una sentencia de la OMC contraria a limitar un tipo de pesca que la pone en peligro.

Predicando una protesta pacífica, los manifestantes que iban de tortuga discrepaban a gritos en mitad de las calles con los jóvenes enmascarados que deseaban violencia.

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