Trámite

Soy un ciudadano argentino que se encuentra en Madrid desde 1998 con una beca de estudios, cursando una licenciatura en la Universidad de Comillas. Por esta razón intenté, lamentablemente en vano, iniciar el trámite de renovación de mi tarjeta de estudiante; no una, sino tres veces. En las tres ocasiones me esforcé por concurrir, lo más temprano que me parecía razonable, a la oficina de la policía (extranjería) cuya sede está en la calle de Los Madrazo (detrás del Banco de España); la última vez -esta madrugada- llegué a las cinco. Luego de esperar, en una larga fila, por más de cuatro horas, sufriendo la inclemencia de la noche (¡por tercera vez!) junto a un nutrido y variopinto grupo de inmigrantes estudiantes y trabajadores, quedé nuevamente fuera del cupo de atención previsto para ese día: 100 plazas sólo para los estudiantes. La indignacíón que me provocó la repetición de este penoso incidente me movió, junto a otros estudiantes latinoamericanos (entre ellos una chica venezolana que se quedó por octava vez afuera) a solicitar una entrevista con el responsable del sector. Fuimos atendidos amablemente por él, aunque nos dejó entender que la solución no está en sus manos, ya que la situación los ha desbordado. Me parece que la solución puede ser muy sencilla: dar turnos de atención -que puedan buscarse en cualquier horario de atención al público- con fecha determinada, usando como elemento de control el nombre y el número de pasaporte. De este modo, cada cual sabría cuándo tiene reservado su lugar; la policía se evitaría el desmadre de cada día, ya que esperarían sólo las 200 o 300 personas que se pueden atender, y nosotros nos evitaríamos una fría y frustrante vigilia, ya que estaríamos seguros de obtener, el día que nos corresponda, el a estas alturas para mí "milagroso" papelito con su correspondiente número.Sea cual sea la solución, es evidente que las cosas no pueden seguir funcionando como hasta el presente si se quiere tratar a aquellos que por diversas razones hemos venido a Madrid con la dignidad que nos corresponde como personas; evitar la formación de mafias en las dichosas filas, y, en definitiva, brindar una acogida a los extranjeros con la calidez que, se dice, poseen los españoles.

El frío que aún siento en el cuerpo después de padecer en la calle esta madrugada ha comenzado a sembrarme una incipiente duda. Desearía que el responsable último de este servicio nos acompañara la próxima vez que tengamos que hacer la fila en Los Madrazo -esta vez, a las cuatro de la madrugada-; quizá al experimentar en carne propia la situación arbitraría los medios necesarios para solucionarla.- . .