ANA MARÍA SEIFERT INVESTIGADORA "La salud laboral de la mujer no suele salir en las estadísticas"
Ana María Seifert (Bolivia, 47 años) vive en Quebec desde hace 36 años. Allí trabaja en un centro que depende de la Universidad de Quebec en el que se estudian las interacciones biológicas entre la salud y el medio ambiente. Seifert es coautora del trabajo El minuto de 120 segundos, que resume los resultados de una investigación realizada desde el punto de vista del género sobre el trabajo del profesorado en enseñanza primaria y que la semana pasada presentó en Bilbao. Se trata de una profesión "poco valorada socialmente" que tiene graves implicaciones en la salud de quien la ejerce, según Seifert. Pregunta. ¿Su trabajo consiste en investigar las enfermedades laborales?
Respuesta. No exactamente; tratamos sobre salud laboral. Nos dimos cuenta de que la gente trabaja con dolores, con problemas de salud, mucho antes de que se diagnostique la enfermedad. Ésta es sólo la punta del iceberg.
P. ¿Cuál fue el motivo de centrarse en el profesorado de enseñanza primaria?
R. Los problemas de salud en el trabajo de la mujer no salen en las estadísticas laborales. Y, además, su labor disfruta de menos reconocimiento social. Los trabajos realizados mayoritariamente por mujeres siempre se han visto como fáciles. Decidimos elegir una profesión considerada fácil y que fuera típicamente femenina: las profesoras de enseñanza primaria.
P. ¿Los problemas específicos de salud laboral en la mujer también surgen por la propia anatomía de las mujeres?
R. Sí, en parte. Por regla general, las mujeres son más pequeñas que los hombres, por lo que su interacción con el trabajo es diferente. Los puestos de trabajo están concebidos para un hombre promedio; cuando llega la mujer las cosas le quedan muy grandes. Las herramientas están hechas para ejercer la fuerza con un cierto tamaño de mano, la de la mujer es más pequeña.
P. Pero no todo depende de la fuerza física.
R. Exacto. También hay que analizar la estrategia que la persona tiene para hacer un trabajo. Cuando a las mujeres se les permite tener una cierta autonomía pueden organizar su trabajo de la mejor manera y realizarlo igual pero siguiendo sus estrategias.
P. ¿Qué síntomas más graves sufren las profesoras de primaria?
R. Agotamiento nervioso. La encuesta Salud Quebec, que se hace a nivel nacional, muestra que cuando se medía el índice de sufrimiento psicológico de toda la población, las profesoras tenían el mejor índice, o sea, el menor sufrimiento, cuando tenían menos de 29 años. Y tenían el peor índice a los 45 y en adelante. Algo pasa en ese intervalo.
P. ¿Cuál fue su método de trabajo?
R. Creamos uno que nos permitió analizar la tarea real en las escuelas. Vivimos, además, en los colegios mucho tiempo, haciendo observaciones diarias de las clases. La investigación de campo duró aproximadamente seis meses.
P. ¿En cuántas escuelas?
R. Escogimos dos colegios de Quebec, uno en una zona promedio poco conflictiva y otro, en una de las zonas más conflictivas y con población más desfavorecida, con un alto porcentaje de madres solas separadas. Hubo profesoras muy experimentadas, otras sustitutas y otras becarias, para tener todo el espectro.
P. ¿Y qué descubrieron?
R. La primera cosa fue que la tarea de la profesora no es tarea simple. Lo que se reconoce como tal es la enseñanza, pero la tarea real es mucho más compleja. Su labor consiste, sí, en enseñar conceptos, pero también comportamientos, mantener la atención del alumno, velar por el bienestar físico y dar apoyo emotivo. A esto se suma lo extenso de su jornada, muy por encima del que le pagan. Tiene que preparar la clase y luego corregir ejercicios, tareas que realizan en sus periodos de descanso.
P. ¿Qué se puede hacer para suavizar este estrés?
R. Contar con una ayuda, de un pedagogo o de un psicólogo, el mayor tiempo posible. Las profesoras de primaria no demandan más tiempo de descanso, sino más ayuda.
P. ¿Y qué consecuencias físicas provoca este trabajo?
R. Estar de pie tantas horas provoca dolores, sobre todo en las extremidades inferiores. Los pies, las piernas y la espalda es de lo que más se quejan. Y las cuerdas vocales. La voz es un instrumento de trabajo número uno y se utiliza para transmitir conocimientos y para controlar. Perder la voz suele suceder tres o cuatro veces al año en esta profesión.
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