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Reportaje:

Bilbao, sobre dos ruedas

Dennis Hopper y Jeremy Irons participan en una caravana 'motera' organizada por el Guggenheim

El poderoso director de la Fundación Solomon Guggenheim de Nueva York, Thomas Krens, es capaz de convencer al actor Dennis Hopper para que vuelva a rememorar las escenas de la película Easy Rider o de hacer viajar hasta Bilbao a Jeremy Irons con los pantalones de cuero reforzado en la maleta. Pero Krens, la mano que controla desde la distancia el funcionamiento del Guggenheim Bilbao, no pudo evitar que el temporal de nieve que ha azotado el País Vasco desluciera ayer su fiesta motera, un aperitivo publicitario de la exposición El arte de la motocicleta, que el miércoles abre sus puertas en el museo bilbaíno.Krens quería que una "caravana de celebridades", formada por actores, coleccionistas de arte y benefactores del museo de Nueva York, partiera en moto desde las puertas del Guggenheim en dirección a Gernika en una gira de varias horas, almuerzo incluido, por carreteras secundarias. La nieve hizo que la ruta se reconvirtiera sobre la marcha en un reducido circuito urbano por las calles de Bilbao. Y, fatal coincidencia, no pudo ser por las calles con mejores vistas del museo porque estaban ocupadas por una carrera popular con más de 5.000 atletas.

El tirón de las celebridades de Krens fue limitado. A las once de la mañana, la hora prevista para la salida, esperaban la caravana decenas de periodistas y unos pocos curiosos, atraídos por la veintena de motos que la marca BMW, patrocinadora de la exposición, había puesto a disposición del Guggenheim. Faltó el actor Michael Rourke, pero allí estuvieron para dar brillo al acto sus colegas Dennis Hopper, Jeremy Irons, Laurence Fishburn y Lauren Huton; el músico británico Bob Geldof -en otros tiempos promotor de conciertos benéficos-; el arquitecto Frank O. Gehry, autor del Guggenheim Bilbao, junto a otros famosos del círculo de Krens, que pasaron inadvertidos en Bilbao, como la presentadora del telediario matinal de mayor audiencia, Diane Sawyer; la diseñadora Diane von Furstenberg, o sus amigos coleccionistas de arte o financieros de Nueva York.

Krens abrió la caravana con su imponente envergadura de ex jugador de baloncesto al mando de una BMW de gran cilindrada. Con El arte de la motocicleta consiguió un éxito de público sin precedentes en Nueva York, que ahora se dispone a repetir en Bilbao. Ajeno a las críticas que ven en la exposición un montaje banal, más propio de una feria del motor que de un museo, Krens se afanaba en dar órdenes a sus ayudantes. "El mundo de las motos tiene encanto y es sexy", repetía.

Tras el jefe de los museos Guggenheim, Jeremy Irons se atrevió con una moto de 1.200 centímetros cúbicos y llevó a Gehry de paquete en la parte trasera, tímidamente agarrado,con gesto de novato, a los hombros del actor para no perder el equilibrio.

"No ha sido como en Easy Rider, ha sido algo más resbaladizo", bromeaba Dennis Hopper. En el corto recorrido, y a pesar de contar con la asistencia de agentes de la Ertzaintza, Hopper tuvo que esquivar a un peatón que se cruzó en el camino. "El único problema es que casi me lo llevo por delante".

La ex modelo y actriz Lauren Huton no se atrevió a conducir una motocicleta. Presumía de no dejarse asustar por el mal tiempo y de tener tres motos en el garaje de casa, pero las BMW de la caravana no se adaptaban a sus gustos. "Son demasiado grandes para mí", justificó. Todo el glamour que desplegó ante los fotógrafos, con su melena rubia cuidadosamente despeinada bajo la gorra, se fue al garete cuando en medio de la vorágine decidió ponerse un par de toscos calcetines de lana marrón por encima de los que ya llevaba.

La nota estrafalaria la puso el arquitecto Gaetano Pesce, autor del montaje de la exposición dedicada a Andy Warhol, que ocupa las salas de la primera planta del museo. Pesce se protegió del frío cubriéndose los hombros con una toalla del hotel, y la cabeza, con un gorro en forma de chimenea.

Hasta el director general del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte, un hombre de natural discreto, se vio envuelto en el despliegue publicitario de Krens, un maestro de la mercadotecnia. Como el resto de la caravana, se colocó un chaleco amarillo de un desconocido Guggenheim Motorcycle Club, con las marcas patrocinadoras bien visibles. "Es un club que nace aquí, pero con vocación de continuar", explicó Vidarte.

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