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Reportaje:

El pasadizo secreto de los papas

El corredor utilizado por los pontífices para huir de los asaltos al Vaticano será abierto al público

No hay apenas huellas del impacto de los disparos de arcabuces y sí muchos graffitti en los muros del passetto, el pasadizo que une desde el siglo XIII el Vaticano con el castillo de Sant"Angelo, uno de los monumentos más impresionantes de la Roma antigua, que ha envejecido con la ciudad sufriendo como ella toda clase de modificaciones arquitectónicas. El passetto del Borgo, una reliquia de los años turbulentos del papado, cuando poder temporal y espiritual iban parejos en la Iglesia católica, será abierto al público a partir de enero, para satisfacción de los visitantes de Roma y para los buscadores de nuevas perspectivas de la ciudad. Desde el corredor se divisa una vista bucólica y encantadora de los tejados de la barriada medieval del Borgo. Pero no eran precisamente buenas vistas lo que buscaban los papas que en el pasado han recorrido este estrecho pasadizo. Al contrario, el passetto, trazado en lo alto de la "muralla leonina" en plena Edad Media, ha sido testigo de acontecimientos extraordinarios como la fuga del papa Clemente VII (1523-1934) que en mayo de 1527 se valió de este pasadizo para huir de las tropas del emperador Carlos V que entraron en la Ciudad Eterna dispuestas a establecer su propia ley, llevando a cabo lo que ha pasado a la historia como el "Saqueo de Roma", del que no se salvó ni la propia basílica de San Pedro.El Pontífice se recluyó en la fortaleza de Sant"Angelo, el antiguo mausoleo circular del emperador Adriano y uno de los más bellos edificios de Roma, y allí permaneció encerrado durante siete meses hasta la capitulación total. De aquel episodio terrible dejó constancia Benvenuto Cellini, que participó en la batalla del lado del Pontífice. Más de 140 miembros de la Guardia Suiza de Clemente VII murieron en el saqueo. Pero el passetto, un corredor de poco más de 800 metros de longitud, que se extiende a lo largo de la muralla leonina, a una altura de unos 25 metros sobre el suelo, fue vía de salvación también para Alejandro VI (1492-1503), uno de los dos papas españoles Borgia, cuando otro poderoso, esta vez el francés Carlos VIII, invadió Roma en 1494. Durante siglos, el pasadizo que el propio Alejandro mandó cubrir en algunas de sus partes quedó abandonado, inservible para cualquier menester que no fuera el estrictamente defensivo. Al menos hasta finales del siglo XIX. La última vez que un pontífice recorrió el angosto corredor por el que apenas caben dos personas, camino de una hipotética libertad, fue en 1870, año de la unificación de Italia, lograda también a costa de la derrota de los Estados Pontificios. Pío IX (1846-1878), monarca absoluto de la Iglesia católica en la época, el papa que paseaba en carroza por Via Giulia y al que tocó ser testigo del final del poder temporal de la Iglesia, que quedó asentada en un territorio menguado, se refugió en el castillo de Sant"Angelo en señal de protesta por la pérdida de sus territorios.

Poner los pies en el passetto es rozar siquiera tangencialmente el misterio que ha envuelto y envuelve todavía al Vaticano, territorio sujeto a normas, claves, ritmos de vida desconocidos de los comunes mortales. Aun así, el corredor, que forma parte de Italia desde que así quedó establecido en los Tratados Lateranenses firmados en 1929 entre el Estado italiano y la Santa Sede, seguirá teniendo un tramo secreto, la parte vaticana, que ha sido sólo abierta el 11 de noviembre, día en el que se volvió a consagrar la iglesia de los guardias suizos, San Martín y San Sebastián. Ese jueves, una fecha simbólica en la que se abrió "la última frontera" todavía cerrada entre el Estado de la Ciudad del Vaticano e Italia, una "delegación" del Gobierno de Roma recorrió el passetto hasta la entrada de los palacios episcopales, donde fue recibida por el asesor de la Secretaría de Estado del Vaticano, Pedro López Quintana. El corredor termina en las habitaciones de los alabarderos del Papa. Al abrir el passetto los responsables de Cultura han dejado bien claro que las visitas serán posibles sólo previa rigurosa reserva.

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