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ESPECTÁCULOSEL CÓMICO ACUDE AL CERTAMEN DEL RECLAM

Leo Bassi congrega a más de 700 personas en la Jaume I de Castellón

María Fabra

Las más de 500 butacas con las que cuenta el salón de actos del campus de Borriol de la Universidad Jaume I (UJI) no fueron suficientes para albergar a todos los que, en la tarde de ayer, acudieron al espectáculo de Leo Bassi, una actuación incluida en el Certamen del Reclam que anualmente organiza la UJI. La organización dispuso de una pantalla gigante en el vestíbulo de la facultad, lo que propició que Instintos ocultos pudiera ser seguido también por aquellos que no pudieron entrar en la sala.

Las cerca de 700 personas que finalmente pudieron presenciar ayer la actuación de Leo Bassi en la UJI no salieron defraudados. Ya desde su entrada en el salón Bassi captó la atención de los presentes, hecho que se incrementó con el inicio de su monólogo en el que aseguró que "no es fácil vivir hoy en día con el nombre de Leo Bassi". Y es que sus apariciones en televisión han hecho de él un famoso fácil de reconocer, aunque sea a través de definiciones como "el asqueroso de la tele". "Creo que soy el artista más malentendido", afirma en su espectáculo en el que aparece como una mezcla del payaso más tradicional unido al malabarista y condimentado con no pequeñas dosis de escatología e histrionismo.Bassi cuenta que su primera provocación fue a los ocho años, en una plaza de Milán a la que acudía todos los domingos, junto a su familia, a dar de comer a las palomas. Allí decidió echar un petardo y hacer saltar a esas "ratas voladoras por los aires". Sin embargo, las provocaciones reales y constatables de Leo Bassi pueden ir mucho más allá de su imaginación. Son anécdotas curiosas que siempre acompañan a su biografía, como la protagonizada en varias ciudades de España en las que vendió cientos de botellas de agua del grifo a 200 pesetas. Los compradores mantuvieron su empeño aun sabiendo que era agua del grifo ya que pensaban que, si las vendía a ese precio, es que sin duda era alguna pócima mágica. Además de escenas de este tipo Bassi ha conseguido hacerse pasar por viceministro del ministerio de la risa y ha llegado a estampar una tarta en la cara del alcalde de Montreal.

Ayer, en Castellón, Leo Bassi tampoco decepcionó a aquellos que acudieron a ver la parte más guarra de sus espectáculos, con agua sucia, saliva, limones y melones destrozados o mocos.

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