'Efecto 2000', ¿apocalipsis?
El llamado efecto 2000 es la mejor prueba de la laicización de nuestros tiempos. Ante la cifra curiosa, y artificial como todas, de los tres ceros de las calendas occidentales será difícil que alguien sueñe con la aparición a medianoche de los cuatro jinetes del Apocalipsis que describió Juan Evangelista y tan artística-mente representó Durero; o en sus sustitutos modernos de naves extragalácticas que nos vengan a redimir y regalar el paraíso soñado. Este mundo de stock options, pensamiento único, terceras vías, fusiones bancarias, vacas locas o fútbol a espuertas, ya sólo es capaz de producir complejos artefactos que, cuando se desorienten el día D, nos atolondrarán a nosotros en la rutina diaria. Pero ¿quién correrá al arrepentimiento del confesonario para salvar su alma? Aunque quizá la mayoría acabará cabreada cuando su radiador deje de calentar y le descomponga su quietud ante el televisor, en pantuflas, con la mesa surtida de turrones y la copa de cava lista para olvidar el ayer; o cuando el plástico del cajero automático nos niegue el parné, el grifo deje de gotear o las calles vuelvan noche la noche, entre despilfarro y alcohol, pues las antorchas eléctricas puedan volverse frías y ciegas. Muy prosaico, pero más real. Todo aquí y desde aquí, en nuestra presencia, sin tener que mirar al cielo a ver qué llega. Humano, demasiado humano.Arrinconadas las profecías en una literatura que no merece tal nombre, este homo electronicus, previsor de todos los efectos, pese a la dificultad de controlarlos, ha barrido mesianismos y milenarismos. Incluso sabemos que el dichoso efecto no tendrá lugar justo al final del milenio (¿en qué momento acaba?), sino tan sólo cuando cada máquina marque simplemente dos ceros en su parpadeo. Todo tan frío como el universo todo. ¡Cuidado con los Rabanne, más prácticos de lo que parece, y sin importarles ser tildados de locos, que buscan efectos rápidos para aumentar su narcisismo y su bolsillo!
¿Teleología trascendente? Quizá, ni inmanente. En todo caso, tantas como proyectos humanos. El final se define cada día en el propio camino.-
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