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Reportaje:

La vida íntima del lince ibérico Un libro recoge imágenes inéditas del carnívoro más amenazado de Europa Paciencia y discreción

Aunque todos reconocen que no es un cálculo fácil, los científicos que estudian al lince ibérico estiman, siendo optimistas, que, en el conjunto peninsular, no quedan más de 600 ejemplares, y ésta es toda la población mundial. En Doñana y su entorno, un área que se extiende por unos 3.000 kilómetros cuadrados de Huelva y Sevilla, viven alrededor de cincuenta linces, de los que tan solo 12 o 15 son hembras reproductoras. Esta población parece haberse estabilizado desde 1986, aunque no por ello ha dejado de ser un núcleo frágil, demasiado vulnerable a cualquier alteración imprevista. En estas circunstancias, el trabajo de Sabater ha requerido de grandes dosis de cautela y paciencia. Había que evitar, a toda costa, cualquier alteración que pudiera repercutir de forma negativa en la especie. "Con los conocimientos del cazador, la habilidad del trampero y el sigilo del furtivo, tenía que colocarme lo más cerca posible de los linces, sin ser detectado, o, en su defecto, a la distancia que el animal considera de seguridad y, por tanto, no se siente amenazada y no huye". Entre otras artimañas, a veces, para atraerlos a zonas convenientes, usaba como reclamo la orina de los propios linces, que recogía con un artilugio de su invención y mantenía congelada en el frigorífico de su casa.

El haber pasado casi inadvertido para estos carnívoros, y no haberles ocasionado molestia alguna, es algo de lo que presume este fotógrafo. Por este motivo, la Consejería de Medio Ambiente y la Estación Biológica de Doñana han seguido renovándole los permisos para operar en las zonas de su competencia, aunque el Ministerio de Medio Ambiente, de quien depende la gestión del Parque Nacional, no parece dispuesto a actuar igual. En diciembre vence la autorización de este organismo y Sabater teme que no le faciliten otra, con lo que no podría concluir su trabajo.

La mayoría de las fotos de lince ibérico que aparecen en cualquier publicación han sido obtenidas de los ejemplares, irrecuperables, que viven enjaulados en el Parque Nacional de Doñana. Algunos fotógrafos de naturaleza, y unos pocos científicos, han logrado imágenes del felino en su medio natural, tarea nada fácil tratándose de un animal particularmente esquivo. Pero nadie hasta ahora se había atrevido a documentar, de forma gráfica, hasta el más pequeño detalle de la conducta, en libertad, de este animal. Éste fue el reto que se impuso Antonio Sabater (Sevilla, 1961) hace ahora algo más de cuatro años, sabiendo que se enfrentaba a un trabajo que nadie había sido capaz de completar. "Pensé", recuerda, "que ya había adquirido la experiencia suficiente, llevaba 18 años trabajando como fotógrafo de naturaleza y, además, me había especializado en la fauna de las marismas del Guadalquivir, así es que decidí que era el momento de desvelar algunos misterios sobre la vida privada de este fantasma del matorral".

A partir de sus conocimientos, y de la documentación que había recopilado, esbozó un primer guión, en el que incluyó aquellas situaciones que deberían ser fotografiadas, y lo contrastó con los especialistas de la Estación Biológica de Doñana (EBD) y del Parque Nacional. Después vino la compleja tramitación de todos los permisos que se requerían para trabajar con una especie amenazada y en un espacio protegido. A pesar de ser uno de los mejores fotógrafos de naturaleza de España, y haber publicado en revistas especializadas de medio mundo, le costó siete meses tener los papeles en regla.

Pronto se dio cuenta de por qué ningún otro colega había abordado antes esta empresa. A pesar de recurrir a todos los trucos del oficio, aprender a interpretar cada una de las señales que delataban la presencia de linces y orientarse por las pistas que le iban facilitando los investigadores, guardas y vecinos de Doñana, fueron muchas las jornadas en las que no consiguió disparar ni una foto. "Éste es, sin duda, el trabajo del que he obtenido menos imágenes en relación al número de horas que le he dedicado", explica. En total han sido más de 500 jornadas de campo, cada una de ellas con acechos que se prolongaban un mínimo de 10 o 12 horas. Hubo, incluso, un buen número de sesiones nocturnas, en las que llegó a permanecer oculto, en un reducido espacio y con los movimientos muy limitados, más de 15 horas.

A pesar de las dificultades, Sabater ha reunido alrededor de 4.000 imágenes, de las que ha seleccionado unas 200. De estas, aproximadamente la mitad se han plasmado en un libro, El lince ibérico, publicado por iniciativa de la Consejería de Medio Ambiente. Con textos de Miguel Delibes y Francisco Palomares, investigadores de la EBD y especialistas en este felino, la obra muestra, por primera vez, algunas escenas que hasta ahora estaban reservadas a los científicos.

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El autor se muestra sobre todo orgulloso de las fotografías que tienen que ver con el delicado proceso de la reproducción: hembras en sus truecas (huecos de grandes árboles en los que se acomodan para parir), cachorros de pocas semanas de vida durmiendo en las madrigueras, o crías jugando bajo la atenta mirada de sus madres. Espectaculares son las secuencias de caza, ya sean las imágenes que muestran al lince acechando a su presa, saltando sobre ella o abatiéndola. Otras son sencillos retratos que, sin embargo, no son menos difíciles de obtener: ejemplares bebiendo en una charca, patrullando su territorio o subidos a un árbol.

Parte del trabajo que recoge este libro había sido ya publicado en prestigiosas revistas de una docena de países, entre ellas Life Magazine, National Geographic, Paris Match o Terre Sauvage. Algunos de estos linces han servido para ilustrar campañas publicitarias de multinacionales o han sido cedidas para que instituciones como la Sociedad Española de Ornitología las usaran con fines educativos. También han decorado tarjetas telefónicas, calendarios o sellos de correos.

"Toda la distribución que he hecho de estas fotografías", reflexiona Sabater, "ha contribuido a un mayor conocimiento de la especie, y a que muchas personas, que no sabían siquiera de su existencia, se interesen por su delicada situación". Aunque ocupado en múltiples tareas, Sabater no ha dado por concluido su trabajo sobre el lince ibérico. Todavía quedan escenas por retratar aunque, por paradójico que resulte, la mayor dificultad a la que enfrenta ahora es a la renovación de algunos de los permisos oficiales para acceder al territorio de este amenazado carnívoro.

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al E-mail: sandoval@arrakis.es

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