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Entrevista:

"Madrid es una ciudad graciosa y femenina"

A Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941) todavía la persiguen los personajes de su más reciente novela, El amor es una droga dura (Seix Barral). Todavía, dice, siente nostalgia y los echa de menos. Pero no es una sensación nueva. La conoce porque ha estado presente siempre a lo largo de su intensa obra narrativa, que incluye un buen número de novelas y poemarios. "Ésta es una novela que no se puede escribir sin obsesión. Y la obsesión dura mucho tiempo. Es la misma nostalgia que se siente cuando hacemos el amor y después de varios días queremos volver a hacerlo exactamente con la misma persona", dice. En su novela, Cristina Peri Rossi introduce el fenómeno conocido como síndrome de Stendhal, una serie de trastornos psicosomáticos que sufren algunos individuos ante la contemplación de la belleza. También se lo conoce como enfermedad de los museos. A partir de allí, Cristina recrea una historia de amor entre un hombre mayor y una mujer joven. La editorial Lumen acaba de publicar también Las musas inquietantes, "un trabajo de muchos años" que refleja la mirada de la escritora a partir de la emoción que le han producido 22 cuadros.Pregunta.¿Por qué escribió El amor es una droga dura?

Respuesta.Creo que uno escribe los libros que tiene ganas de leer. A partir de la pasión propia. Descubrí que el síndrome de Stendhal era un tema del que no se había escrito.

P. ¿Qué fue lo que más le llamó la atención de su estudio sobre el síndrome?

R. Que lo hayan descubierto desde hace tan poco tiempo. Se sabe que también lo experimentan los animales y que tiene manifestaciones psicosomáticas. Pero varía de una persona a otra. Para algunos, la belleza puede ser un gol de Raúl.

P. ¿Y para usted qué es la belleza?

R.Creo, como dijo Paul Valéry, que la belleza está siempre en la mirada de quien contempla, en los ojos del observador.

P.En una ciudad como Madrid, ¿qué cosas pueden producir el síndrome de Stendhal?

R.Yo, por ejemplo, lo he padecido en el parque del Retiro, en el Café Gijón, o ante la estatua del café de Bellas Artes.

P. ¿Y en los museos?

R. Los museos son lugares donde se acumula una gran belleza, pero, aparte de los museos, hay atardeceres de Madrid que son muy bellos. Además, creo que Madrid es una ciudad muy femenina.

P. ¿En qué sentido?

R. Por la luz. Yo asocio lo femenino con la luz. Es una luz que me gusta mucho. Y Madrid es una ciudad graciosa, pero entendida la gracia como belleza.

P. Con los libros ¿también se puede sentir ese síndrome?

R. Sí. Yo lo he sentido más con la poesía, como Las flores del mal, de Baudelaire, o El fuego fatuo, de La Rochelle. También con Cien años de soledad, de García Márquez, y con algunos poemas de Paz o Cernuda.

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