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Fuga de ritmos

Entre los adormilados viajeros del talgo que parte diariamente de Alicante hacia Madrid a las 6.45 de la mañana, viajaba el miércoles una banda en busca de su destino. Los miembros de Guaraná, un quinteto formado en Alicante que combina el rock latino con toques de jazz, dejaban atrás la ciudad que les vio crecer físicamente, pero que no les ha permitido hacerlo musicalmente. Se han ido a Madrid a encontrarse con un futuro incierto como todos los futuros, pero un futuro al fin y al cabo. En Alicante, aseguran, sólo existe un presente estancado en el que las ambiciones acaban naufragando.Por la experiencia de Guaraná, el principal obstáculo que debe salvar quien pretenda triunfar en la música desde Alicante es la escasa consolidación de una escena que sirva de tablas y trampolín a las bandas. Lo primero que falla son las posibilidades de actuar. Los locales que ofertan directos no llegan a la decena.

Las bandas de rock y pop lo tienen un poco más fácil. Si hablamos de grupos como Guaraná, formados en el rock de los años sesenta, en el jazz y en la música clásica y con debilidad por los arreglos, las opciones se reducen. El director del Aula de Música y Técnicas de Arte, Pepe Bornei, denuncia una excesiva presión de las autoridades. "Como el Ayuntamiento aprieta tanto, los locales no se atreven a programar conciertos", asegura. En verano, este panorama se torna un poco menos desolador gracias a los diferentes festivales que se van asentando dentro de la oferta cultural de las instituciones. Pero tampoco en ellos hay cabida para las bandas noveles, ya que se centran exclusivamente en los valores consagrados.

El directo se ha demostrado como la bodega ideal para que las bandas tomen cuerpo y sabor, pero llega un momento en que hay que plasmar sus habilidades en disco. De nuevo, Alicante no ofrece soluciones. Existen estudios, pero modestos, lo justo para un producto digno a un precio módico.

Otro problema es la formación. Hasta que la academia de Bornei comenzó a funcionar, hace ahora un año, no había ningún lugar donde se pudiera aprender las técnicas del jazz y de otras músicas contemporáneas.

Con semejante panorama, no es de extrañar que Guaraná haya decidido irse a vivir la aventura madrileña. Es realmente un viaje a la aventura, ya que parten únicamente con unas actuaciones apalabradas en el Hard Rock Café y contactos con tres productores. En los bolsillos, únicamente la recaudación del concierto de despedida que ofrecieron hace una semana en Night Fever junto a compañeros de visicitudes de otras bandas locales. Con ese dinero han pagado los billetes de tren y el primer mes de alquiler del piso que compartirán en Madrid. Dice Pepe Bornei que a Alicante "le faltan 50.000 habitantes" y se muestra confiado de que la escena cultural despegará en un plazo de cinco años. Demasiado tiempo para cinco chavales con ganas de comerse el mundo.

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