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Unas grietas con solera

Las obras de rehabilitación en la corrala más antigua de Madrid no acaban con sus achaques

Mercedes Villaroya todavía sueña con ver su pequeña vivienda sin grietas ni humedades. Pero no tiene muchas esperanzas porque teme, al igual que sus vecinos de la legendaria corrala de Miguel Servet, en Lavapiés, que las obras de rehabilitación que está llevando a cabo la Empresa Municipal de la Vivienda no lleguen hasta su casa. En pleno corazón de Lavapiés, los habitantes de esta corrala, construida en 1790, libran, desde hace muchos años, una dura batalla contra el Ayuntamiento, de la que ahora se escribe una nueva página.El Consistorio adquirió el inmueble -ubicado entre las calles de Mesón de Paredes y Espi-no-, en 1981 y comenzó su rehabilitación en febrero de 1984. En aquel entonces, la corrala era un conjunto de 104 casas ruinosas en muchas de las cuales ni siquiera había baño. Era, cuenta una vecina, "un inmenso cuchitril". Tras la reparación, en 1985, el edificio renació, pero sólo un año después de que culminaran las obras, las grietas y humedades comenzaron a aparecer otra vez. Trece años después, los vecinos, unidos y en pie de guerra, lograron que desde noviembre del año pasado la EMV iniciara una segunda rehabilitación, en la que, pensaban, se repararían los problemas surgidos tras las primeras obras. Pero no ha sido así.

"Esto, según los que están trabajando aquí, ya está reparado, pero todavía hay grietas y humedades", dice Olga Rubio, una habitante de la corrala, mientras recorre los rincones del edificio. "Por aquí también hay grietas. Y ni hablar de las que están en casa de Pepa", comenta con un tono molesto en su voz. Allí, en casa de Pepa, el panorama es desalentador, pero ella ya ha recibido buenas noticias: "Me dijeron que la próxima semana comienzan las reparaciones. Ya he esperado mucho tiempo, ojalá que esta vez sí lo hagan", señala.

La presidenta de la comunidad de vecinos, Alicia Gil, dice que en varias ocasiones ha enviado escritos al Ayuntamiento pidiendo una respuesta que disipe sus dudas sobre los trabajos. "Pero nadie nos ha dicho nada", asegura.

Los vecinos temen que no se rehabilite un paso que antes comunicaba al edificio de Mesón de Paredes con el de Espino; que no se cierren las grietas de las casas y que la puerta de entrada, declarada de interés histórico, no sea reparada. "Es que los obreros ya se están yendo y vemos que aquí queda mucho por hacer", añade Olga Rubio.

El concejal de Vivienda, Sigfrido Herráez, aseguró ayer que está dispuesto a escuchar a los vecinos: "Vamos a revisar la rehabilitación para solucionar los problemas que han surgido", prometió.

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