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Chueca Goitia cree que el Guggenheim y el Kursaal son el fruto de la vanidad

Aurora Intxausti

El arquitecto Fernando Chueca Goitia reivindicó ayer en la Escuela de Arquitectura de San Sebastián las construcciones típicas regionales y criticó a todos aquellos que desprecian ese tipo de edificios y ensalzan en cambio otros como el Kursaal o el Guggenheim. Para Chueca, esos proyectos son un subproducto de la política, que nacen de la "vanidad del arquitecto", por un lado, y del político, por otro. Chueca abrió un curso de posgrado sobre patrimonio arquitectónico donde destacó la belleza que para él tienen los caseríos vascos.

Chueca (Madrid, 1911) cautiva hablando de la belleza de los edificios típicos de cada región y se apasiona cuando alude a la dejadez de algunas zonas de España. De los caseríos alaba su entramado de madera y sus grandes cubiertas, elementos que, según dice, están vinculados a la tierra como consecuencia de la tierra misma y de sus materiales. Cuando alude a los palacetes del País Vasco afirma que "tienen sabor y personalidad" y que sus pueblos "son un prodigio de vinculación a la historia y a la vida de la comunidad".Reconoce que en el suroeste francés ha habido más preocupación a la hora de conservar los edificios que en España: "Aquí somos muy dados a la novedad y a ser muy modernos y eso nos lleva a no valorar ni conservar lo que tenemos".

El arquitecto se lamenta de que Castilla sea una de las zonas de España que más ha sufrido esa dejadez al valorar el patrimonio. "Castilla ha minusvalorado lo que era y ha caído en una decrepitud" y, sin embargo, "hay otras zonas como Andalucía", asegura, "que han sabido conservar sus pueblos blancos, o como las zonas costeras del norte, que han mantenido parte de la tradición en sus construcciones".

"Como un tiro"

Critica duramente las grandes obras que se han alzado en el País Vasco en los últimos años como el Kursaal o el Guggenheim. Cree que este último edificio, enclavado en un paisaje tan caótico como es la ría de Bilbao, "se incorpora mejor con su textura de metal al lugar". Sin embargo, la obra de Rafael Moneo le horroriza: "En el lugar que está cae como un tiro". No cita nombres, pero apunta que algunos arquitectos creen que son "todopoderosos, incapaces de ver la realidad que tienen frente a ellos". Y añade sobre los profesionales de la arquitectura: "Somos una calamidad, porque somos egocéntricos, nos consideramos un poco por encima del bien y del mal y no nos damos cuenta que no tenemos la libertad del escritor o del pintor. El creernos poseedores de esa libertad nos lleva a hacer edificaciones monstruosas".

Fernando Chueca agrega que la responsabilidad de realizar ese tipo de estructuras no es sólo del arquitecto, sino también del político. "El resultado es lo que surge de mezclar la vanidad del arquitecto y del político. Tanto en el Guggenheim como en el Kursaal uno y otro se han querido apuntar éxitos, sea como sea, sin pensar que eso mismo tiene un efecto bumerán y que puede haber críticas y oposición a ese tipo de construcciones".

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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