Jiménez asalta el liderato
Sí, sí. Miguel Ángel Jiménez, sí, el mismo Pisha que ganó hace una semana el Volvo Masters en Jerez, va primero, cuatro bajo par; y sí, también, Tiger Woods, sí el mismo Tigre que lleva ganando tres torneos seguidos, el mismo jugador que es el número uno del mundo, el que ha ganado ya ocho veces este año 1999, el mismo Tigre, va a un golpe (-3). Y más todavía, un solo golpe más atrás marcha José María Olazábal (-2), el mismo grande que hace una semana estaba doblado por la espalda y que no podía ni darse la vuelta en la cama. Y aún quedan nuevas: El Niño no ha perdido este torneo, el American Express que termina hoy en Valderrama (San Roque, Cádiz). El fenómeno de Castellón, el mismo chaval que ha revolucionado el circuito en su debut, también anda por debajo del par (-1). Una jornada prodigiosa, anuncio de un día mejor todavía. De la montaña hacia el mar sopló el Poniente. Muchos golfistas se volvieron locos, otros tropezaron con sus palos, sus hierros o sus putters; se liaron con las medidas unos cuantos, más todavía se perdieron en los bordes de las calles, en los alrededores de los greens, en los búnkers y en el agua. Todos se quedaron cortos. Fue también un día duro para todos. Se desbrozó el marcador, el talento recibió su recompensa. Los tres españoles, más un par de ellos más, los tres en 69 golpes, fueron los mejores del día. Y Jiménez más.Tan convencido estaba el malagueño de su infalibilidad que enfrentado a un putt de 15 metros en el green del 18º golpeó a la bola con tanta decisión y tan directa al agujero como si en ello, en un birdie fundamental, le fuera la vida. "Dala, que la puedes meter", dijo que se dijo a sí mismo. Le fue casi la muerte. Llegó a aquel momento con -5 y líder en solitario, con dos golpes sobre el Tigre y los más importantes. Salió del golpe arriesgado dos metros largo. Dos putts más. Adrenalina. Bogey al 18º. Empatado a -4 con Chris Perry, el coleccionista, que aguantó el tirón como pudo. "Es que sólo sé jugar arriesgando", dijo el jugador de Churriana. "De hecho saldré la última jornada queriendo creerme que voy por detrás y que necesito arriesgar para superar a la gente. Si no, no sé". Sí, sí que sabe. Ayer supo. Se trataba, se trató, de darla recta para no salirse de las calles más que larga para ganar metros; se trataba de oler el aire, calcular su velocidad de paso entre los alcornoques, colegir si andaba por vaguada o por otero, tener decisión y tirar de segundas siempre recto a bandera. Al asalto del liderato. O sea: cuatro birdies y un bogey hasta el farol del 18º. Los demás, que arreen, si pueden.
Los demás no eran unos cualquieras. Talento. Tiger Woods. Penalizado por el Poniente (viento en contra en el 11 y el 17, sus pares cinco). Penando, sufriendo, trabajando, feliz con terminar al par simplemente, pensando en equivocarse lo menos posibles, calculando el mínimo castigo para el inevitable mal golpe. Genial al final. Cuando se andaba por el hoyo 16 iba con +1 para el día (-1 global). No le pareció suficiente. Nunca le parece nada suficiente: dos birdies en los dos últimos hoyos y ahí está, a un golpe, a nada.
Más talento. José María Olazábal. Amarillo explosivo en el Lacoste. Antes de salir se cae una rama rota en el tee del uno. Le dice a Montgomerie: "mira como tiemblan los árboles, asustados, pensando en lo que les voy a dar". Pero empieza con birdie al uno y sus amigos se acuerdan de cuándo en Akron (Ohio) rompió todos los récords del campo Firestone. Pero llega al séptimo y duda. Es el par 4 más largo de Valderrama (más de 400 metros) pero no se atreve a sacar el driver. Usa una madera tres y, claro, falla. Y claro, contra las ramas de una encina.. Bogey y sus amigos empiezan a acordarse de cuándo Olazábal duda y, claro, falla. El amarillo explosivo pierde tono. Y aunque en el ocho se marca un birdie de ocho metros, en el 10 duda, tira de madera 3 y, claro, falla. Al agua. Pero palabra al genio: "Pero, curiosamente, aquel golpe me salvó. Salvé el par con un putt de 10 metros. Fue la clave. Me agarré el campo. Salí bien. Birdie al 12. Y, sí, es difícil hacer pocas en este campo, y es difícil recuperar lo perdido, pero estando a dos o tres golpes siempre hay posibilidades de ganar".
Y El Niño. También 69. A tres golpes de Jiménez. También con posibilidades. El putt perdido y hallado en los greens de San Roque. Lanzado iba: tres birdies en los segundos nueve hoyos, hasta que en el 17º, el par cinco que tan bien le va cuando sopla Levante, se le cruzó Poniente. Un bogey que le rompió el ritmo. Y una confesión: "Sí, quizás he estado por debajo de las expectativas. Esperaba, por mi parte, haber empezado mejor".
Los tres, preparados para asaltar a Pisha. El malagueño, dispuesto a que su temporada soñada termine más arriba todavía. Y un recordatorio: el año pasado ganó el Lancôme. Entre los derrotados Mark O"Meara y David Duval, los mejores norteamericanos del año.
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