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Un solo voto separa al bloque conservador del progresista en el nuevo Parlament

Tal como ha sucedido siempre en las sesiones de constitución del Parlament, la primera votación marcó ayer la relación de fuerzas existente en Cataluña después de las elecciones del 17 de octubre. Los 68 votos del bloque formado por Convergència i Unió (CiU) y el Partido Popular dieron la presidencia de la Cámara al democristiano Joan Rigol. Se impuso por un voto a los 67 que sumó el candidato presentado por los socialistas, Josep Maria Vallès, que fue apoyado también por Esquerra Republicana (ERC) e Iniciativa-Verds. Más claro, el agua: un solo voto de diferencia entre derecha e izquierda.

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La misma relación de fuerzas se reprodujo en las votaciones para elegir a los dos vicepresidentes y los cuatro secretarios que, junto con el presidente, forman la Mesa del Parlament. Quedó en un cuatro a tres: una vicepresidencia para el PSC y otra para el PP, la primera con los votos del PSC, ERC e IC, y la segunda con los de CiU y el PP. De las cuatro secretarías, dos fueron para CiU, una para el PSC y otra para ERC, en contraprestación del apoyo dado por los republicanos al candidato socialista a la presidencia de la Cámara.La visualización de estos dos bloques separados por un solo voto en que quedó dividido el Parlament, inevitable desde el momento en que CiU y el PP sellaron su pacto, molestó extraordinariamente a los dirigentes de Esquerra Republicana, que aspiraban a superar el trance sin tener que escoger entre derecha o izquierda, o entre nacionalistas y socialistas.

Tras haber llevado a cabo una campaña electoral dedicada a descalificar la oferta de cambio planteada por Pasqual Maragall, los republicanos se vieron obligados ayer a alinearse en el bando del ex alcalde de Barcelona. Se resistieron hasta el último minuto. El acuerdo para sumar sus 12 votos a la candidatura de Vallès a cambio de que el PSC les cediera una de las secretarías fue logrado 15 minutos antes de que se iniciara la sesión. Y no fue comunicado a los propios diputados hasta cinco minutos antes.

Maragall logró así su propósito de aparecer desde ayer como el líder del bloque progresista en el Parlament y dejar bien claro lo que los socialistas definen como "empate técnico" surgido de las urnas. Contra esta evidencia se lanzaron ya ayer mismo los dirigentes de CiU, que consideran compatible el pacto con el PP con una alianza de gobierno en Cataluña con ERC, con una mayoría nacionalista en el Parlament que dejaría en la oposición a los conservadores. El secretario general de Convergència Democràtica (CDC), Pere Esteve, aseguró después de la sesión constitutiva que "la prioridad de CiU es negociar un acuerdo de gobierno con ERC".

Esta pretensión fue rechazada de inmediato por los republicanos. Su líder, Josep Lluís Carod, atribuyó a la mayoría CiU-PP que acababa de materializarse por primera vez en esta legislatura el carácter de "anuncio" de la que dentro de dos semanas se repetirá para la investidura de Jordi Pujol como presidente de la Generalitat. Tras conocer las palabras de Esteve, ERC emitió un comunicado en el que daba por "rotas" las negociaciones con CiU y aseguraba que no tiene previsto reanudarlas.

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Aunque CiU logró ayer su objetivo de hacerse con la presidencia del Parlament, que en la anterior legislatura ejerció el socialista Joan Reventós, la primera sesión tras las elecciones puso de manifiesto que Pujol tiene ante si una etapa particularmemte difícil.

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