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El fiscal estima que en el caso del joyero de Usúrbil hubo "ánimo de matar"

El País

La muerte del joyero Pedro María Arregui, ocurrida durante un atraco a su establecimiento en Usúrbil, en marzo de 1998, no fue "accidental", sino que existió "ánimo de matar", según concluyó el fiscal en la última de las sesiones del juicio. El juez entregará hoy al jurado el cuestionario del veredicto para que sus miembros deliberen sobre la culpabilidad o no de los procesados Ramón V. V., Antonio G. G. y Luis Miguel S. V. La vista finalizó ayer con la lectura de los informes de cada una de las partes.El fiscal solicita para cada uno de los dos primeros acusados un total de 45 años de prisión por sendos delitos de homicidio, robo con intimidación y tenencia ilícita de armas. Para el tercero pide cinco años de cárcel por encubrimiento y tenencia ilícita de armas.

El jurado deberá dilucidar si el robo a la joyería se consumó o no, si Luis Miguel S. V. conocía los hechos cuando le entregaron el arma, si Ramón V. V. se arrepintió, si Antonio G. G. también estaba implicado en el homicidio y si éste era o no responsable de sus actos.

El fiscal y la acusación particular aseguran que hubo robo porque, según declaró la viuda de Arregui, de la joyería faltaba la recaudación de la caja. Sin embargo, las defensas, que calificaron los hechos como robo en grado de tentativa, insistieron en que no se ha podido acreditar qué objetos faltaban.

Las acusaciones no creen que Ramón V. V. se arrepintiese de lo ocurrido, ya que éste no confesó su culpa hasta un mes antes del juicio, por lo que aseguran que para aplicarle este atenuante debía haberse arrepentido antes de iniciarse un procedimiento judicial contra él. Añaden que Ramón V. V. tuvo intención de matar porque disparó a corta distancia contra el joyero. Su abogado defensor dijo de él que es una persona "muy religiosa y trabajadora" y que disparó por un impulso al brazo de la víctima, aunque la bala atravesó este miembro y afectó a los órganos vitales. El letrado recordó que el procesado se había arrepentido al haber reconocido su culpa, pese a que nadie ha logrado demostrar su participación en los hechos.

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