Austria, Suiza... y el próximo, ¿cuál?
Se avecinan tiempos de incertidumbre política en Europa. El temor expresado desde hace décadas por algunos pensadores, filósofos, escritores, periodistas, sociólogos... (H.Böll, G. Grass, N. Chomsky, M. Sacristán...) sobre el posible regreso al poder de la extrema derecha, no ya sólo por sus canales habituales, golpe de Estado, minado de las verdaderas fuentes democráticas de un país, sino a través del encumbrado de sus postulados por parte de un electorado desencantado de los partidos democráticos tradicionales y sus fórmulas, pasa de ser una mera profecía pesimista a una realidad que nos golpea cada vez con mayor fuerza y que debería ser atendida con más interés y preocupación desde todas las instancias protagonistas en esta sociedad: en primer lugar, por el Estado, que tiene los medios a su alcance para atajar el avance de grupos y actitudes fascistas, incluso las que se producen dentro del propio sistema, y que, a su vez, debería apoyar con mayor ímpetu a quien ha de liderar la marcha por la profundización de la paz y la solidaridad democráticas: la sociedad civil, que, organizada desde su mismo núcleo celular, los barrios (a través de asociaciones de ayuda social, de carácter cultural, asociaciones de vecinos, agrupaciones políticas locales...), pasando por los mismos centros de trabajo, en los que la labor sindical debería potenciar la conciencia democrático-social de los trabajadores, sin olvidar las ONG, verdaderamente solidarias con los más desfavorecidos de cada día: drogadictos, parados, inmigrantes, etcétera, podría llevar progresivamente a extender la conciencia de que sólo la potenciación de actividades colectivas, de carácter popular, verdaderamente conocedoras de la gravedad del problema que supone el ascenso del fascismo, lograrán evitar que ocurra en España lo que ya ocurrió en Francia y está ocurriendo en Austria, en Suiza, Italia y otros países europeos: el regreso de la intolerancia, el miedo y la xenofobia, y con todo ello, el fin de la paz que tanto ha costado conseguir en el continente europeo.- . .
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