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Reportaje:

Diez minutos que valen 50.000 pesetas

Sólo el PP defiende ya la legalidad y legitimidad de que los concejales cobren dietas por consejos de administración de empresas municipales a las que no asisten. En su alegato sobre la conveniencia ética de esta medida (50.000 pesetas por sesión), el Gobierno municipal esgrime que el edil ausente, aunque delegue el voto, ha preparado la junta con unción. Y por ello ha de cobrar, porque su ausencia no es más que una anécdota en la medida en que mantiene su responsabilidad legal y en que su representante hará, a fin de cuentas, lo que él diga. Pero en muchas sesiones no se vota nada -son informativas- y en otras ningún representante dice nada. De forma que el trabajo no va más allá de felicitarse las pascuas, como en la sesión del 28 de diciembre de 1995 de Campo de las Naciones.Lo reconocen en voz baja los concejales que quieren cambiar un sistema remunerativo que juzgan "perverso". "Se fuerza la convocatoria de consejos una vez por mes para que cobremos la cantidad pactada: 50.000 pesetas por cada una de las dos empresas en las que podemos estar. Total, 100.000 más al mes. Incluso en septiembre se convocan dos consejos para compensar que no lo hay en agosto. Algunas empresas perviven sólo para que cobremos. Nos convocan a consejos inútiles sólo para que cobremos. Oímos la lectura del acta anterior, alguna información del gerente, ruegos y preguntas, un cheque y adiós.", cuenta un concejal. Las actas de Campo de las Naciones evidencian que tal análisis no es exagerado.

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El alcalde cree "ético y conveniente" pagar dietas a los ediles que no asisten a consejos

- PP vota por IU y PSOE. Pedro Bujidos, concejal de Hacienda, del PP, lo reconoce. Este mismo año, en la empresa municipal de recaudación de multas (Eresa) llegó a votar en nombre de un concejal del PSOE y otro de IU porque éstos alegaron que no tenían en quién delegar. La cesión del voto permitió a los dos ediles de la oposición cobrar cada uno sus 50.000 pesetas de dieta. Bujidos, al rememorar este caso, reconoce que no es una práctica insólita.

- 30 de junio de 1993. Faltan cuatro ediles en el consejo de administración del Campo de las Naciones. La sesión dura 35 minutos. Lo único que se aprueba ese día es el acta precedente. Informa el presidente, Enrique Villoria, sobre cuál debe ser el futuro del Palacio de Congresos. Sólo interviene un consejero, el socialista José María de la Riva, para plantear que debería estimarse el umbral de rentabilidad. Se proyecta un vídeo con la experiencia de un congreso de enfermería y se ofrece un balance del mismo. Se anuncia un concierto de Plácido Domingo. No hay ruegos ni preguntas. Todos -incluso los ausentes- cobran.

- 13 de octubre de 1993. 20 minutos de reunión. Tres ausencias. El presidente y el gerente, Pablo Población, repasan la situación de la empresa. Se jactan de que sea ya rentable, cuando lo normal en otros países es que tarde tres años. "Los señores reunidos, en votación ordinaria y por unanimidad, acuerdan quedar enterados". Ni ruegos ni preguntas. Todos cobran.

- 29 de noviembre de 1993. Es sesión deliberante y decisoria, pero no menos vertiginosa. En 20 minutos se despachan varios pliegos de condiciones. Igual ocurre el 19 de marzo de 1994, o el 28 de abril de 1994. La oposición realiza escuetas intervenciones, en su mayoría para agradecer la información facilitada.

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- 25 de marzo de 1994. El presidente formula las cuentas anuales ante los consejeros. Tras una pregunta de un consejero socialista sobre deudas de dudoso cobro, quedan aprobadas. La sesión ha durado diez minutos. Ha dado tiempo incluso a leer el acta anterior. Diez minutos que han valido 50.000 pesetas.

- 24 de mayo de 1994. Dura 30 minutos. Toda una eternidad. La ocasión lo merece. Asiste el alcalde. Tras unos piropos del primero y autobombo del concejal Villoria, los consejeros de PSOE e IU intervienen para agradecer la presencia del alcalde y señalar que la empresa va bien.

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