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La industria japonesa elimina miles de empleos en un desesperado intento por salir de la crisis

Fernando Gualdoni

Las grandes empresas japonesas han comenzado a poner en marcha draconianos planes de reestructuración para sortear la fuerte crisis que casi llevó a algunas de ellas a la quiebra en 1998. Estos planes, cuyo objetivo final es conseguir más productividad al menor coste posible, eliminarán cientos de miles de puestos de trabajo en Japón durante los próximos tres años y sellan el fin del modelo de empleo de por vida de los últimos 50 años. De momento, tres de las 41 grandes, Nissan, NTT y, ayer mismo, Mitsubishi, suprimirán unos 50.900 puestos de trabajo de aquí al 2003.

Cualquier trabajador japonés en activo vive hoy la mayor incertidumbre de su vida. Muy pocos, si los hay, no se deben haber resignado ya a que el empleo de por vida, clave en la formación de la sociedad japonesa y de su economía desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, ha terminado definitivamente. Un dato que demuestra el cambio de la sociedad japonesa es que pese a que la producción industrial y las exportaciones crecen, el consumo privado permanece estancado. La decadencia de este sistema de empleo de por vida, que comenzó a finales de 1997 con el desmoronamiento de la financiera Yamaichi Secutiries y unos 7.000 empleados a la calle, que prosiguió con un desplome de todo el sistema bancario que aún no ha finalizado y en el que se prevé se eliminarán 25.000 empleos; ha llegado a las grandes corporaciones japonesas. Nissan lanzó la primera piedra hace dos semanas con el anuncio de un programa de restructuración que prevé la eliminación de 21.000 puestos en tres años. El primer ministro japonés, Keizo Obuchi, saltó de su sillón y rechazó el plan, sobre todo por temor a que otras empresas lo imitaran, como sucedió en Corea del Sur con Hyundai y Daewoo.

De poco sirvió el aviso de Obuchi. El lunes pasado, Nippon Telegraph and Telecom (NTT), la mayor operadora de telecomunicaciones del mundo, anunció la supresión de 20.000 empleos, la mayoría en Japón, hasta el 2003. Ayer mismo, el grupo Mitsubishi reveló su propio plan, que prevé la reducción de 8.800 puestos de trabajo en cuatro años, de una plantilla de 88.800. A este recorte hay que añadir otros 2.500 despidos que se anunciaron el año pasado.

Motyuki Ichikawa, economista del banco Sumitomo, confirma lo que otros analistas piensan: "Japón está adoptando gradualmente el modelo que EEUU aplicó desde finales de los ochenta (...) La palabra restructuración y el concepto de despido masivo son corrientes en Japón desde 1998 (...) Pese a los recientes signos de recuperación de la economía, es aún frágil y no prevemos una salida real de la crisis hasta dentro de tres o cuatro años". Ichikawa trabaja para el Sumitomo, el banco que se ha fusionado recientemente con el Banco Sakura. Esta fusión producirá un recorte de 9.300 empleos, pero Ichikawa aún no está preocupado.

Otros expertos internacionales sí lo están, y prevén que la tasa de desempleo en Japón se eleve al 5,2% o 5,5% para finales de año, porcentaje que dejaría muy atrás el récord histórico del 4,9% registrado en julio. El propio Gobierno japonés calcula, según una encuesta reciente, que cada una de las 41 grandes empresas (todas sufrieron fuertes pérdidas en 1998) del país podría llegar a suprimir, en conjunto, unos 140.000 puesto de trabajo en cinco años.

No obstante, el paro japonés en agosto bajó al 4,7%. ¿Cómo es posible? Alberto Ruiz, de Analistas Financieros Internacionales, explica que las enormes sumas de fondos públicos que el Gobierno japonés invierte en infraestructuras públicas, en el saneamiento del sistema financiero y, sobre todo, en créditos a las pequeñas y medianas empresas, es el modo en que el Ejecutivo capea el fin del empleo de por vida que sostenían las grandes empresas. Y con Ruiz coinciden los expertos de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), que ven a las pymes, en Japón y todo el mundo desarrollado, como el motor del empleo.

Ruiz, cuya intención no es pecar de simplista, explica que el actual modelo económico de Japón "es una extraña mezcla entre el intervencionismo estatal keynesiano y el modelo liberal de EEUU de la última década".

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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