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LA CRÓNICA El arca de Noé ISABEL OLESTI

Que Internet produce maravillas en comunicación virtual lo tenía asumido desde que una amiga mía se echó novio gracias a un chat. Y aún le funciona. Aunque sigo reacia al invento, la otra noche, en casa de unos amigos que se pasan la vida delante de la pantalla, me picó la curiosidad y me metí por esos berenjenales.Navegando cual barco a la deriva fui a parar a una web que se abría con un grano de maíz, luego aparecían tomates, vacas... "Encuentras las diferencias", decía la frase delante de dos rollizos tomates exactamente iguales. La diferencia estaba en que uno había crecido de una semilla transgénica y el otro no. Me encontraba en el Banco Mundial de las Semillas, un ambicioso proyecto que pretende almacenar, como el arca de Noé, todas las semillas de todas las variedades que se cultivan en el mundo. La finalidad del banco es preservar el mayor número posible de las que aún existen y crear una reserva del patrimonio genético agrícola. El proyecto me pareció de tal envergadura que no quería salir de allí sin saber quién estaba detrás de todo aquello, aunque luego supe que a ellos no les gusta demasiado que aparezcan nombres. Me llevé una buena sorpresa cuando descubrí a un viejo amigo al que había perdido la pista -Quim Serrano-, un artista que conocí en la otra orilla del Atlántico y al que alguna vez había ayudado a transportar algún trozo de valla publicitaria, algún desecho urbano que, bajo sus manos, se transformaba en obra de arte. De esto hace ya un siglo y la gente, cómo no, cambia.

Quim Serrano y Antonio Selvaggi compartían estudio en Blanes hasta que dejaron su faceta de artistas individuales para formar, en el año 1990, el Group Public Projects (GPP), que se define como un colectivo artístico social. Denuncian el negocio de la obra y del artista y reniegan del arte como elemento decorativo. Su propuesta es la comunicación directa con el público para estimular la reflexión y la crítica. El GPP lanza sus mensajes a través de acciones callejeras, vallas, vídeos, instalaciones, carteles... A lo largo de estos años sus proyectos públicos se han centrado en la denuncia de la xenofobia, de los malos tratos contra las mujeres, de la clonación... Han participado en Arco, en la Primavera Fotográfica, en Santa Mònica, en festivales de vídeo... Como su objetivo era llegar a un público muy amplio, en 1994 se introdujeron en Internet. Crearon su página (htt://www.pangea.org/publicpr) y así llegaban hasta mí, como caídos del cielo, aquella noche.

Para rematar el hallazgo no podía hacer otra cosa que citarlos para que me contaran más cosas. Quedamos en el Amaya, donde recordaba haber comido un exquisito helado de turrón, pero como a aquella hora ya se les había terminado me contenté con un yogur. "¿Será transgénico?", dije yo para entrar en tema. Pero la calidad del Amaya está archiprobada. A partir de aquí Quim y Antonio me citaron un rosario de marcas y productos que, si quería llegar a vieja, no debía consumir porque, según ellos, estaban manipulados genéticamente: las natillas Royal, las Artinata, las papillas Puleva, las Nutribén y hasta los Friskies para las mascotas. Ante tal perspectiva se me quitó el hambre y casi abandono mi merienda. ¿Qué podemos comer, entonces?

Me contaron que pronto se borrará la línea entre el hombre y el cerdo, porque a éste lo están manipulando con hormonas humanas para conseguir que algún día se puedan trasplantar sus órganos. "¿Sabes que en Estados Unidos el 75% del maíz es transgénico y que en España ya hay 20.000 hectáreas plantadas?".

Con la manipulación cada día se pierden 74 especies vegetales y animales. Se calcula que en el siglo XXI se habrán extinguido 40.000. El GPP ha conseguido un almacén de 2.500 metros cuadrados en Palafolls. Ahora necesitan las cámaras para guardar las semillas. Ya han iniciado la campaña de difusión y han recibido respuesta desde Brasil y Costa Rica. "Para nosotros lo más importante es llamar la atención sobre el tema", cuenta Antonio. Me marcho a casa pensando en los garbanzos que me esperan para cenar, pero me da la impresión de que, esta noche, pasaré con agua. Aunque si nos ponemos a hablar del agua...

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